El mes de febrero ha llegado. Sigue haciendo un frío de narices, pero qué le vamos a hacer. Estamos en invierno, así que no podemos quejarnos. No dejamos los paraguas y los chubasqueros ni aunque queramos. Pero como estoy en un local tomándome una copa, no me entero de nada.
He quedado con dos chicas que me llamaron ayer por la tarde por si podíamos vernos en este bar de copas para charlar...y lo que no es charlar. Sé que disponen de unos reservados bastante buenos en los que puedes hacer lo que quieras sin que te molesten.
Le doy un sorbo a mi gin tonic mirando a mi alrededor. La espera se me está haciendo eterna. Llevo casi un mes sin practicar sexo, y la verdad es que mi cuerpo lo pide. Aunque últimamente no se pueda decir que he tenido mucho tiempo. El trabajo y los entrenamientos han acabado conmigo.
Dos veces por semana nos citamos con los del equipo Bravo, bien por la mañana o por la tarde, para entrenar alrededor de una hora. A último de mes tenemos nuestro primer partido oficial. Nos desplazamos a Salt Lake City, en el estado de Utah, una ciudad que me han dicho que es una maravilla.
Debo buscar lugares para visitar durante nuestra corta estancia allí. Puede que quizá anime a mis compañeros para que me acompañen. Nunca he estado por la costa oeste, y creo que esta será una oportunidad magnífica para conocer ciudades a las que siempre he querido ir.
Mi vida se ha centrado en New York hasta que me vine a Raccoon City. No es que me queje. En New York tienes para hacer todo lo que imagines, pero siempre he sentido curiosidad por ver cómo se vive en otras ciudades más modestas, por así decirlo.
Me dejo caer en el cómodo sofá sintiendo que Morfeo me está llamando. Sí, estoy muy agotado. Creo que en el año que llevo aquí nunca me había sentido así. Y mira que me he machacado duro en el gimnasio, pero nada. Parece que los entrenamientos me están cansando más de la cuenta.
Echo un rápido vistazo al lugar. Nadie se fija en mí. Todos están centrados en sus conversaciones, verbales y no verbales, y en las copas que están tomando. Veo a una pareja que pasa por delante de mí y que se pierde tras una cortina que separa el bar de los reservados. Sonrío.
Otros que vienen a pasarlo bien.
Adoro mis días libres. De ser así, tendría que estar en la comisaría trabajando junto a mis compañeros. Consulto mi reloj. Son un poco más de las once. Habíamos quedado sobre esa hora aproximadamente. Son mujeres. Siempre van a llegar tarde. Suspiro intentando tranquilizarme.
Pienso en Jill, como he hecho a lo largo de todo este mes desde que la conocí. Me resulta una mujer muy interesante, y que me atrae mucho. Tras lo ocurrido en la primera sesión de entrenamiento, decidimos hablar. Yo me disculpé por haberla estado provocando durante todos los ejercicios.
Pero debo reconocer que todo ese jueguecito de toques me excitó bastante. Jill me dejó muy claro que era capaz de entrar en ese juego, e incluso provocarme, como cuando en broma me tiré a abrazarla. No lo hice con mala intención, sólo para intentar jorobarle un poco el tiro.
Y ese contacto... Mis vellos se ponen de punta cuando lo pienso. Me encantó. Sólo puedo decir eso. Todas las noches en mi cama rememoro el momento más cercano que hemos tenido. Y el calor empieza a subir por mi cuerpo. Mi pene empieza a ponerse erecto. Madre mía, que aún no he hecho nada.
Veo a dos muchachas entrar por la puerta con sendos abrigos. Dejan sus paraguas en la entrada y se ponen a mirar el local. Me están buscando a mí. Las saludo con la mano, y al verme, sonríen. Yo también. Vaya dos bombones me he buscado. Samantha es bastante alta, con el pelo corto negro y unos ojazos verdes preciosos. Madison es una rubia con una melena preciosa y con unos pechos de infarto.
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Todo o nada
FanfictionJill Valentine acaba de llegar a Raccoon City para empezar a trabajar en los S.T.A.R.S., una unidad del departamento de policía. Allí conocerá al que será su compañero Chris Redfield y con el que tendrá sus más y menos. Andazas Valenfield en la épo...