INTRODUCCIÓN

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04/04/2013

2:04pm

-Recuerden apretar los glúteos en cada elevación de caderas, ¡Solo quedan treinta segundos!- Vocifera con entusiasmo la entrenadora, ejecutando otra repetición, mientras yo sostengo una pala en mi mano izquierda y una escoba en la derecha.

Estupefacta, veo cómo se mantiene arriba por unos segundos, para luego bajar sin prisa, finalizando la primera serie y ni una gota de sudor se escurre por su frente, o al menos en ante las cámaras no es perceptible.

Si me apetece, quizás más tarde realice la rutina. Quizás.

Tarareo la melodía de alguna canción que escuché ayer, pero cuyo cantante ni título recuerdo, muevo mi cabeza de un lado a otro, haciendo que mi cabello rizado rebote ligeramente en cada sacudida.

Inclino mi cuerpo hacia delante y después hacia atrás, entre tanto, finjo que la escoba es un micrófono. A los vecinos refunfuñones del edificio les desagrada que ponga música a todo volumen, por lo que me mantengo a raya para no provocar que me griten, y opto por cantar bajito.

Muevo la pala a un lado repleto de polvo, pelos de gato y unos cuantos envoltorios de galletas de arroz que le fascinan a mi abuela. Desamarro la bolsa de la trabilla de mi pantalón, la sacudo y empiezo a tirar la basura que fui recolectando de cada rincón del apartamento.

Vuelvo a poner en su respectivo puesto la escoba, la pala y uno toda la suciedad recolectada junto al resto que hay en la cocina, las arrojo a la gran bolsa negra y salgo del apartamento para botarla en el bajante de basura.

Tacho de mi lista de "Cosas por hacer el día de hoy", el barrer la casa.

Fregar los platos

Lavar la ropa

Ordenar mi cuarto

Hacer ejercicio....¿Comer cuenta cómo uno? No lo creo.

Barrer el lugar

Comenzar el proyecto

Resoplo al recordar que debo ponerme manos a la obra si quiero tener listo a tiempo mi colección de moda, la cual presentaré a finales de junio para obtener mi título como diseñadora de indumentaria.

Para mí, diseñar ropa no se basa solo en plasmar figurines en el papel que luzcan estéticos, sino explotar la creatividad, divertirte expresando a través de los colores, las telas, los complementos, las texturas, todas aquellas ideas que rondan por tu mente. Comunicar con tu vestimenta quien realmente eres, a quien te pase por un lado demostrarle de qué estas hecho sin decirle ni una sola palabra, romper paradigmas y caminar con orgullo por la calle porque lo que llevas puesto te representa, te sientes seguro con tu cuerpo y quieres transmitir esa misma confianza a quien te vea.

Tomo un cuaderno viejo del estante que solía usar mi abuela para anotar el horario de los programas que le gustaba y en qué canales podría encontrarlos. De esta forma no se perdía ningún episodio por su mala memoria.

Recuesto mi espalda en el sofá y con las piernas recogidas, apoyo el cuaderno sobre ellas para iniciar el proceso creativo. Trazo una línea recta con mi lápiz HB en la hoja, seguida de otra pero en sentido horizontal y continuo esculpiendo en papel el maniquí junto a la lluvia de pensamientos que revolotean en mi cabeza.

Después de unos cuantos minutos oigo la puerta abrirse y dos risas escandalosas de por medio. Giro la cabeza y veo a mi abuela tratando de calmar su respiración en compañía de Fernando.

-Tu abuela es muy graciosa-Admite mi mejor amigo, luego de secarse las lágrimas pese a la risa-¿Por qué hay tantos papeles en el suelo?

Miro hacia el piso alarmada, no me había percatado de la numerosa cantidad de bolitas de papel que fui arrojando a medida que mi inconformidad por los borradores aumentaba.

-Me lleva- Mascullo, poniéndome de pie para recoger cada papel antes de que la abuela lo descubra.

-Lindos bosquejos-Alegó Fernando al agarrar los únicos dos diseños que hasta ahora me habían gustado como resultado final.

-Gracias-Sonreí, arrebatándole con suavidad de las manos ambas hojas, antes de guardarlas junto a los demás en mi carpeta.

-Ayuden a poner la mesa, serviré la comida-Bramó la abuela desde la cocina. Fernando y yo buscamos los platos, cubiertos, vasos y un saludable jugo de naranja los cuales pusimos sobre la mesa tal cual como lo había pedido mi vieja.

Estando sentados en el comedor, veo como la abuela se aproxima con un bol grande de cocina del cual escapa humo, y el característico olor de la comida china.

Miro con desagrado el plato que sirve Kat, sacude el cucharón y lo desliza en mi dirección. Está atestado de arroz en compañía de unas cuantas lumpias. Hago una mueca con los labios al apretarlos y me dispongo a remover la comida del plato de un lado a otro sin conseguir avivar mi apetito.

-¿Por qué no comes?-Me interroga Fernando con la boca un poco llena-Está muy sabroso.

-Concuerdo contigo, Fernando- Ruedo los ojos ante el comentario de mi abuela, aunque no debería sorprenderme, llevarme la contraria forma parte de sus dotes.

<<Como si no supieran que detesto la comida china>>pienso

-Entonces Auba, ¿Qué tal va tu búsqueda por conseguir empleo?-Pregunta el castaño, retirando migajas de la comisura de su labio con la lengua.

-He visto varias ofertas por internet, la desventaja de ellas es que interfieren con mi horario de estudio. Debo encontrar uno que sea después del mediodía, pague bien y si es cercano a mi casa sería estupendo.

Tomo una lumpia y la parto por la mitad, observo una de estas con desagrado y con lentitud la voy aproximando a mi boca. Mordisqueo levemente cada parte del rollito hasta que me distraigo con la sonrisa ladeada de Fernando.

-¿Qué te parece un trabajo como niñera?-Desconcertada, me ahogo con la poca comida que he consumido, toso repetidas veces en consecuencia mientras acerco el vaso de jugo a mi boca. La expresión de Fernando pasa de ser divertida a una de asqueado-Dije de niñera, no de meretriz.

La palabra <<Niñera>> me hace pensar en párvulos corriendo de aquí para allá, ensuciando muebles al saltar sobre ellos con sus pies llenos de tierra por andar tanto rato en el jardín, gritos que desgarran las cuerdas vocales, golpes que no cesan hasta que alguien con una absurda paciencia intervenga, ofensas que acaban con alguien llorando a moco suelto, desastres en la cocina, desorden en los cuartos, juguetes regados alrededor de la casa y unas incontrolables ganas de desaparecer a las criaturas.

-Veras-Empieza a hablar en tono divertido, lo cual no evita inquietarme-El hijo de mi jefe tiene dos pequeños y necesita cuanto antes una niñera. Ofrece buena paga, el horario de trabajo es después del mediodía y termina antes de las siete, por lo que no choca con tus clases, solo debes tomar un autobús para llegar allá y supongo que contarás con transporte de regreso a casa.

>>Ah, y no te preocupes por el comportamiento de los niños, son unos ángeles, además solo será por poco tiempo hasta que termines los estudios. Así que...¿Qué opinas?

Me toma unos prolongados segundos para recomponerme, proceso cada palabra que ha salido de la boca de mi mejor amigo. Mentalmente hago una breve lista de los pros y contras que traería este empleo, confío en la palabra de Fernando y si garantiza que la mayor de mis preocupaciones, es decir, los revoltosos no son un completo dolor de cabeza, entonces no tengo porque rechazarlo.

La paga será buena por lo que podré comprar materiales, los medicamentos de Kat y con los aportes de mi madre alcanzara para cubrir los gastos de la casa. El horario es cómodo, la distancia entre mi casa y la residencia que menciona mi mejor amigo en donde cuidaré a los niños es corta, además de no ser todos los días.

-¿Qué edad tienen?-Cuestiono y un brillo se asoma en los ojos de Fernando.

-La pequeña tiene seis, se llama Yasmina y su hermano mayor Franco, tiene diez.

Como no me basta con solo saber sus edades y nombres, le pido que describa la personalidad de cada uno. Si quiero llevarme bien con ellos, debo conocer a lo que me enfrento ¿Y quién sabe? Tal vez al tener aunque sea una vaga idea de ellos, mis temores por este empleo se desaparezcan y acabe gustándome.

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