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Frente al pueblo de novatos, Axel, se encontraba un general del Rey Demonio, el Dullahan que había maldecido a Darkness con una maldición de muerte se encontraba frente a la entrada con un pequeño batallón de zombis con armaduras y armas desgastadas.

–¡Por favor, Satou Kazuma, dame mi espada! ¡Sin ella no soy muy útil! ¡Te prometo que no huire ni nada, solo que él es mi primer objetivo hacia el Rey Demonio y lo mejor será atravesarlo sin problemas! –Mitsurugi mencionó aquello con preocupación y anhelo sobre la espada que el castaño tenía en su cintura. Si bien podía intentar quitársela a la fuerza nada garantizaría que saldría ganando ya que, si antes teniendo la espada en manos ni siquiera pudo cortarlo o conrctar un golpe, ¿Cómo lo haría ahora? Kazuma parecía muy serio, la capucha había sido quitada de su cabeza y ahora el rubio podía verle la cara.

El Dullahan parecía muy molesto e irritado, una vez vio a Kazuma y a Megumin (Quienes estaban al frente de el montón de personas) comenzó a gritar molesto

–¿¡Por qué no viniste a mí castillo?! ¡Eres inhumana!

Kazuma observó aquello y se puso frente a Megumin para protegerla, siendo seguido de cerca por el rubio que continuaba intentado convencer al castaño de que le diera su espada

–¿Por qué dices que es inhumana? Dejamos de ir a tu castillo a lanzar Explosiones, así que, ¿Por qué estás tan molesto? Y si bien ella no estaba yendo yo sí, y ya casi llegaba a la sala del trono para nuestra batalla, ¿Que te sucede?

–¡¿Dejaron de lanzar Explosiones, dices?! ¡Nunca dejaron de hacerlo! Y si bien estaba emocionado con nuestra lucha ya no tiene por qué darse, ¡Tu compañera murió y no te veo molesto ni preocupado!

Kazuma solo escucho la primera parte y giro su vista a la pequeña Loli a sus espaldas, quien sostuvo su bastón y vio a otro lado nerviosa.

–¿No te dije que no siguieras lanzando tus Explosiones allí? –Kazuma pregunto con un rostro de extrema seriedad y su aura malvada se escurría ligeramente, haciendo retroceder a la Loli con una mirada nerviosa.

–Ka-kazuma... Es que no lo entiendes, antes me conformaba solo con lanzar mi Explosión en las planicies de tierra... Pero luego de atacar el castillo mi cuerpo cambio y ahora solo estoy satisfecha usando una cosa grande y dura... Deberías entenderlo. La primera vez fue contigo que lo hice y viste lo magnífico que fue... –Megumin mencionó eso nerviosa mientras retrocedía, Kazuma le sonrió amistosamente y la pequeña chica pensó que todo estaba perdonado.

–Que sepas que voy a buscar una manera de evitar que lances tu Explosión. Ese será tu castigo. –Al momento en que dijo eso la niña se quedó en Shock al oír eso. Si bien ella sabía que Kazuma era muy bueno con muchas personas ella sabía perfectamente que cuando él quería algo lo conseguía así que sabía perfectamente que era cierto y nada podía hacer para evitarlo. –Por otra parte, Megumin no se iría sola por allí buscando que algo malo le pase así que... Tuvo un cómplice. –Al momento de terminar de decir eso Aqua comenzó a caminar de forma disimulada antes de sentir una mano en su hombro y girar su vista, encontrándose con un castaño sonriente. –Aqua, ¿Sabes quién fue la cómplice? Si me dices quién fue no me voy a enojar.

–¿En serio no te enojaras? –Aqua estaba muy nerviosa y preocupada, si algo había aprendido al estar con el castaño durante ese tiempo era que él sabía cómo herir más allá de los golpes e insultos...

–Claro, no me enojare ni un poco con la diosa que ayudó a Megumin. –Al decir eso Aqua suspiro aliviada y giro a ver al castaño que le sonreía. Ella también sonrió y luego sintió vergüenza así que miro al suelo y hablo.

–Esta bien... Fui yo quien ayudó a Megumin... –Cuando acabo de decir eso sintió una mano en su cabeza comenzar a acariciarla y levantó su vista encontrándose con el castaño sonriente por lo que ella también sonrió un poco y disfruto la muestra de aprecio

Bendito sea este maravilloso mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora