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- ¡Dios! - dice Shizuka al ver el sobre con los documentos que su jefe debía llevar a su viaje

- ¿Qué pasa? - le pregunta Kaname al ver a la mujer tan contrariada

- El señor Kiryu olvidó estos documentos  y son los que debe llevar a la reunión que tendrá con los inversionistas en Nueva York, y yo estoy sin automóvil -

- ¿Necesitas que se los vaya a dejar? - ofrece Kaname

- Pero usted... -

- Nada de usted, mi nombre es Kaname - le sonríe el joven

- Lo sé, pero usted a cargo de un área, debo respetarle - dice la mujer

- Pero soy recién llegado, así que no sea tan formal conmigo. Si me dice dónde vive el presidente, yo le llevaré los documentos -

Shizuka sonrió aliviada, ese joven era muy amable y gentil. Así que rápidamente le escribió la dirección del presidente en un papel con las indicaciones de cómo llegar.

Kaname no era pobre, su padre aún tenia una pequeña empresa a la cual no le estaba yendo muy bien, por lo que se podía decir que Kaname había tenido un buen pasar, no lleno de lujos, pero si él y su padre gozaban de cierta  estabilidad económica que le permitían a sus veinticinco años tener un automóvil funcional. Había estudiado finanzas en la universidad y hacía tres meses la empresa más importante de Asia lo había contratado, si bien no era un cargo de gran relevancia, estaba bien para él que comenzaba su carrera profesional.

Al llegar a la dirección, quedó impresionado con la casa de su jefe, en la puerta habían cuatro agentes de seguridad privada, los que luego de corroborar su identidad, le dejaron avanzar. Al llegar cerca de la mansión, por que eso no era una casa, uno de los mayordomos le recibió, un joven se acercó a él, para solicitar las llaves de su automóvil para poder estacionarlo por él. Luego el mayordomo lo condujo hasta la piscina temperada.

- El señor se encuentra en la terraza - le indica con la mano - Pasé, él le espera -

- Gracias - respondió Kaname, quien estaba impresionado ante tanto esplendor

El joven camino hasta llegar a la terraza donde su jefe vestido informalmente le saludo con amabilidad.

- Buenas tardes, traje los documentos - dice Kaname entregando el sobre

- Hola Kaname, muchas gracias - le responde el hombre mayor

- Bueno, con su permiso, me retiro -

- No te vayas tan rápido - dice Kiryu tocando al joven del hombro - Te ofrezco un café o un refresco -

Kaname no se esperaba algo así, Kiryu era un hombre cortante el incluso frío, sus empleados le temían por su severidad  y ese rostro que jamás esbozaba una sonrisa.

- ¿Y dime qué vas a querer? -

- Un café - responde cohibido ante su jefe

En ese momento una joven vestida de mucama se acercó al dueño de casa con el teléfono en la mano.

- Señor, tiene una llamada desde París -

- La contestaré adentró, le traes un café al joven -

- Sí, como ordene -

El hombre le guiñó el ojo a Kaname, quien quedó con la boca abierta, y se fue al interior de la casa, la joven también se fue, pero a buscar el café. Allí estaba solo Kaname cuando escucho la risa de otra persona.

Nunca es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora