Juicio final

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Tú me lo mostraste y no me olvido de ello, la sociedad es una porquería de mierda y no me cansare de decirlo, ahora más que nunca estoy convencido de ello pues la ley no ha sido dura con tus delitos y a pesar de todo tu maldita iglesia te ha dado un puto hogar.

Pero si la ley no hace su trabajo, lo hare yo, porque yo soy el mejor guerrero de tu dios ¿no es asi?

"Padre nuestro, ¿Dónde estabas cuando más te necesitaba? Padre nuestro, yo te reto, ya no creo en ti, ni en tu ciervo"

He crecido y tú junto con la sociedad se han encargado de mostrarme la puta realidad, realidad que yo te mostrare, realidad que yo creare para ti.

Cumpliré con mi propósito.

Tus ojos me miran desconcertadamente pues no me reconoces, era obvio que no lo harías porque tú me cambiaste, me cambiaste cuando me mostraste la puta realidad, cuando me arrebataste la ilusión y me mostraste tu verdadera identidad.

Entro sin esfuerzo alguno mientras me observas desconcertado.

"¿Acaso no recuerdas a tu dulce niño, padre mío?" digo con fingida dulzura.

Parece que no me recuerdas, pero sabes de que hablo pues tus ojos se abren desmesuradamente, intentas salir de tu casa, pero apenas avanzas un poco cuando voy tras de ti y te regreso a el interior.

"¿No te da alegría ver a tu dulce Joonie?" cuestiono con falsa tristeza.

"¿A qué has venido?" preguntas con precaución y miedo.

"A hacerte feliz" te veo a los ojos con simulada inocencia "tú me enseñaste a cumplir con los propósitos de tu dios y yo soy su guerrero"

Me miras con confusión, pero yo no estoy dispuesto a dar explicaciones, he esperado tanto por esto y no voy a continuar con esa espera, asi que decidido me acerco a ti y te golpeo, dejándote inconsciente sin problema alguno.

Te arrastro a un punto medio de la casa y comienzo con mi justicia.

Una vez que he terminado me dispongo a salir de la casa, para después detenerme a las afueras de ella, lo suficiente retirado para que mi justicia no me alcance. Inmediatamente las llamas comienzan a propagarse y de un momento a otro todo está en llamas.

Aun a la distancia que me encuentro logro escuchar los desgarradores gritos que declaran mi victoria como guerrero.



Padre nuestro, dijo mi educación 

Y pensando por mismo, hoy llegué a una conclusión:

Tú no existes y si existes eres un pinche cabrón,

¡puto!

Padre NuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora