Capítulo 4

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Me sentí rara al reír con Dan y mis amigos, me sentí como en secundaria cuando se decía algo chistoso imposible para no reír. Me sentí feliz y cómoda.

—¿Nos vemos mañana, Isa? —pregunta Keyla mientras Nick la abraza por los hombros.

—Por supuesto, te espero en la oficina con donas rellenas —aseguro sonriendo.

Asiente con la cabeza y entra junto a Nick a la casa. Volteo y frunzo el ceño al no ver mi auto, estoy segurísima que lo dejé en frente de la puerta.

—¿Todo en orden? —pregunta Dan haciendo girar las llaves de su auto en su dedo índice.

—Mi auto no está.

No había mucho más lugar en donde buscar, la calle de tierra estaba totalmente desierta y por acá no pasa ninguna grúa o móvil policial como para que se lo lleven sea el caso.

La única respuesta clara que me queda es Aaron. Y definitivamente es un idiota.

—¿Puedes darme un aventón? —le pregunto a Dan—. Vine con Aaron y él se fue antes así que...

—Claro, sube.

No dudo en subir a su camaro antes de que cambie de opinión y me deje a la deriva, pero seamos claros, Dan es un caballero y por muy enojado que esté, nunca dejaría a alguien atrás.

Enciende la radio para cortar con el incómodo silencio que hay en el lugar y comienza a conducir.

Los recuerdos nuevamente golpean mi mente de aquellos fin de semanas a los que veníamos los dos a disfrutar de unos días en la naturaleza, en los que el camino era a puro canto y comida chatarra, o preguntas al azar sobre temas culturales y políticos.

El tener que pasar tiempo con Keyla y Nick me lleva una y otra vez al pasado que tanto quiero dejar atrás y hasta me hace mal. Ambos se conocieron en el instituto como yo conocí a Dan y tuvieron una historia de amor que todo el mundo envidia.

—¿Recuerdas esta canción? Era tu favorita, ¿Tus gustos musicales cambiaron desde entonces? ¿Sigues siendo la Isa que no se niega a un buen tema de The Strokes? —pregunta con burla. Suspiro mirándolo luciendo agotada pero sonrío levemente.

—Aún sigue siendo mi banda favorita —aseguro—. Pero hace mucho no canto, no recuerdo la letra.

Abre los ojos sorprendidos igual que su boca —¿No cantas con Aaron? —pregunta.

—¿Aaron tiene pinta de que canta? —pregunto frunciendo el ceño.

—No realmente, tiene pinta de que calla a las personas que cantan a su alrededor.

Río levemente pero Dan tiene razón. Aaron es de esos tipos.

No se volvió a hablar del tema ni de ningún otro, el viaje hasta la torre fue en total silencio más que las canciones que se pasaban en la emisora de radio.

Cuando Dan se detiene frente a la torre suspiro nuevamente, el silencio en nuestros años de relación nunca fue incómodo, recordé aquellos viajes largos que hacíamos en silencio pero sintiendo la presencia del otro con nuestras manos entrelazadas.

—Gracias —logro decir sin que se me corte la voz.

Me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta saliendo del auto, camino hacia la entrada del edificio hasta que su voz me detiene.

—Hey Isa —me llama y volteo —. ¿Hay alguna oportunidad de que nos podamos volver a ver y tomar algo?

Mi corazón se saltea un latido al escucharlo decir eso.

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