Nayati

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Cuentan las leyendas que hace millones de años, cuando los hombres empezaron a andar sobre la tierra, Nayati era solo un niño en el momento que fue atacado por un lobo hambriento y solitario. Se escondió entre unas zarzas logrando así esquivar que el animal lo matara, pero eso no evitó el enorme mordisco que destrozó su hombro y desgarró parte de su pecho y que, con el tiempo, le dejó una enorme cicatriz.

Nayati casi murió a causa del ataque, las heridas eran demasiado graves y la infección difícil de combatir a pesar de las pociones de hierbas y los rezos del curandero de su pequeño clan. Nadie daba mucho por su vida, pero, mientras curaba sus heridas, el curandero le aseguraba que el lobo lo había marcado por alguna razón y que eso era importante.

Nayati se recuperó, pero a causa de las heridas apenas podía mover su brazo izquierdo. Los cazadores de su clan lo consideraban inútil y las mujeres tampoco lo querían con ellas. Era vergonzoso, un hombre que no había sido siquiera capaz de demostrar su valía, haciendo quehaceres de mujeres. El curandero pidió permiso para tomarlo como aprendiz. Ya había pasado muchas lunas con el muchacho y le había hablado acerca de las hierbas y el mundo de los espíritus. El chico era listo y para el curandero era claro que poseía las cualidades necesarias, solo se trataba de centrarse más en su educación. La solicitud fue rechazada por el jefe del clan que no quería que la presencia en su clan de un hombre que no podía llamarse como tal lo hiciera parecer débil ante otros clanes vecinos.

Nayati fue desterrado, condenado a vivir solo y a no acercarse de nuevo a nadie del clan. El chico apenas sobrevivía, evitando el contacto con nadie por temor a ser asesinado por otros clanes, sin poder cazar más que pequeños roedores y prácticamente comiendo solo frutos y bayas. Había pasado dos años en soledad cuando encontró a la loba muerta posiblemente a causa de inanición después del parto, los cachorros a su lado, pequeños bultos fríos e igualmente muertos. Después de despellejar al animal para usar su piel, Nayati observó como uno de los pequeños se movió. Pensó matarlo, los lobos eran peligrosos, pero no pudo evitar pensar que ambos estaban en la misma triste situación, además, llevaba demasiado tiempo solo.

No sabía de nadie que hubiera adoptado jamás a un lobo y era lógico, ¿quién iba a querer meter un asesino en su hogar? Pero él tampoco era bueno para nadie, quizás juntos ambos formarían su pequeño clan y así tendría con quien hablar, casi había olvidado cómo hacerlo.

Nayati se quedó al cachorro y lo hizo su compañero, el lobo, en agradecimiento, lo protegía y lo ayudaba a cazar. Nayati se convirtió con su ayuda en un gran cazador, ambos estaban perfectamente compenetrados. Nayati ya no era más un inútil y decidió volver a su clan. La aparición del lobo causo pánico al principio y luego veneración. Nayati dominaba las cacerías y se convirtió en un guerrero temido y respetado con el enorme lobo a su lado. Pero también cosechó envidias.

Su relación con el curandero siguió adelante, ampliando sus conocimientos con inteligencia y atención. Gente de su clan afirmaba que cuando entraba en trance veía a través de los ojos del lobo y escuchaba a través de sus oídos, y también que se comunicaba con él sin palabras. Su clan se dividió entre los que lo adoraban y los que lo temían y odiaban.

Cuando el jefe del clan murió, su hijo debía ocupar su posición, pero la mayoría del clan pidió que fuera Nayati el que los guiara. Era el mejor cazador, contaba con la gracia de los dioses y tenía al lobo. Los otros clanes habían dejado de atacar su territorio temerosos del animal y de aquel que lo dominaba. Por primera vez en la historia del clan, se rompió la línea de sangre.

Usua, hijo del jefe fallecido, aceptó la decisión, pero en su interior juro vengarse. Junto a los que aún le eran leales idearon un plan para asesinarlo, lo cual implicaba matar primero al lobo. No era desconocido para nadie que el animal, a menudo, vagaba solo por el territorio, cazando o explorando el terreno. Según los más fervientes seguidores de Nayati, siendo los ojos de su amo.

La trampa fue preparada, el cebo una cabra herida que sería fácil detectar. El lobo emitió un gañido sorprendido cuando el suelo se hundió bajo sus pies. Usua y sus secuaces rieron satisfechos, burlándose desde arriba del animal atrapado, festejando la victoria que ya rozaban con la punta de los dedos. Una lluvia de lanzas acabó con la vida del animal.

Nayati dormía cuando el lobo apareció en su sueño ante él. Su corazón se partió en pedazos al verlo, comprendiendo al instante la suerte de su amigo. El animal se acercó hasta sentarse frente a él, buscando con el hocico su mano. Nayati lo acarició con cariño, preguntándole qué había pasado. Al saberlo, Nayati se agachó y rodeó el cuello del animal, asegurándole que no tardarían en estar de nuevo juntos, sabiendo que su vida estaba a punto de terminar.

Nayati permanecía en su sueño cuando los primeros pasos furtivos se hicieron eco en la cueva que era su hogar. El lobo enderezó las orejas y luego miró a Nayati como si lo estudiara, la inteligencia destilándose de sus ojos color ámbar. Ante su sorpresa, el animal gruñó, solo un segundo antes de clavar sus fauces en las viejas cicatrices de su hombro.

El dolor estalló en su cabeza y Nayati despertó. Llevó la mano a lo que esperaba fuera una herida y no encontró nada. Recordó el peligro en el que se encontraba y se puso en pie buscando su lanza, justo cuando los traidores decidieron aparecer, lanzándose sobre él. Entonces pasó, su cuerpo cambió frente a los ojos de sus enemigos y un enorme lobo hizo su aparición lanzándose directamente al cuello de Usua y desgarrándolo con un rápido movimiento de su cabeza. Los demás no tardaron en caer de rodillas y suplicar el perdón de "Kwoli" (Lobo)

Nayati gobernó su clan por más años de los que nunca nadie lo hizo, sus hijos fueron numerosos, unos pocos marcados por Kwoli, cada uno de estos educado en el mundo espiritual, perfeccionando generación tras generación la comunión con su parte animal hasta el día de hoy. 

The Wreck of our HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora