Capítulo 1

135 0 0
                                    

En la actualidad...

Me despierto sobresaltada en mitad de la noche. Todo está oscuro y lo único que se aprecia es mi respiración acelerada, aunque también detecto el sudor resbalar por mi frente y mi nuca.

-Mierda…-Murmuro al tiempo que me levanto de la cama, toda empapada ya, para ir hacia el baño de mi habitación. Enciendo la luz y observo horrorizada en el espejo el aspecto que tengo, no puede ser. Por la mañana tengo una reunión importante y yo con estas pintas, solo tengo tres horas para borrar de mi cara cualquier resto de la espantosa pesadilla que acabo de tener.

Lo primero que hago es cambiar la cama, debo eliminar cualquier resto que pueda indicarle a mi amiga Chris que he vuelto a tener una pesadilla. Christine es mi mejor amiga desde la infancia y ha aguantado muchas cosas, sobre todo por mi trabajo, pero no soporto cuando se pone en plan madre preocupada, ya tengo bastante con una. Después me deshago de la ropa toda empapada para meterme en la ducha, agradezco de inmediato el sentir el agua fresca retirar el sudor de mi cuerpo y me tomo mi tiempo para enjabonarme el pelo y el cuerpo. Media hora después ya estoy lo bastante fresca y salgo por fin del baño envuelta en una toalla para ir al vestidor y coger el maravilloso vestido gris que he escogido para un día tan importante como hoy. Me quedo unos segundos observándolo y pensando en cómo me irá en el trabajo, creo que incluso podría decirse que estoy nerviosa, cosa que es rara en mí. Me seco un poco el pelo y las manos por si acaso para evitar que cualquier gota arruine mi perfecto vestido y lo llevo hacia la cama para dejarlo ahí estirado y evitar así que también se formen arrugas. Vuelvo al baño y empiezo a secarme el pelo con el secador a potencia mínima ya que no quiero despertar a Chris, que seguramente aun este dormida. Cuando ya estoy seca del todo y mis ondas han quedado como a mí me gusta, me dirijo de nuevo hacia el vestidor para coger mi conjunto de ropa interior de color gris también para que vaya a juego con el vestido. Me lo pongo ahí mismo y vuelvo al dormitorio para observar por octava vez mi vestido, está perfecto. Suspiro antes de cogerlo para ponérmelo y al terminar de abrocharlo, me vuelvo para ir hacia el espejo de cuerpo entero que tengo en la puerta. Sin duda he elegido bien. Luego busco entre los miles de zapatos que tengo esparcidos por el suelo, pensando que algún día tendré que ordenarlos, hasta que por fin encuentro los que me voy a poner. Finalmente, y ya vestida del todo, vuelvo al baño para maquillarme un poco. Solo los ojos y los labios, ya que son las dos partes de mi cara que sé que atraen más a la gente, esto me ayudará.

Ya son las seis asi que Chris debe estar despierta por lo que salgo de mi habitación sin tener cuidado de no hacer mucho ruido con los tacones. Y en efecto ahí está, lo primero que veo nada más entrar en la cocina es una maraña de pelo rojo alrededor de la cara pálida de mi amiga. Vaya, tiene peor aspecto del que pensaba.

-Ale, estoy fatal. –Dice al tiempo que suelta un profundo suspiro de cansancio. Le dije que ayer no saliera porque era domingo y le iba a costar mucho levantarse hoy, asi que creo que se lo merece.

-Chris vete a dar una ducha anda, estas echa un desastre. Yo te preparo el café y las tostadas.  -Al oír mencionar algo de comida veo como se le revuelve el estómago y tiene que apretarse la boca para no devolver. Sí que esta mala.- Mejor no vayas a trabajar hoy y quédate en la cama, yo llamaré al estudio por ti para decirles que nada de fotos porque estas enferma, seguro que Bill lo entenderá. –Le ofrezco la mejor de mis sonrisas de compasión y la conduzco de vuelta hacia su habitación para asegurarme que llega sana y salva. Cuando la dejo en su cama vuelvo hacia la cocina para preparar un café y tostadas para mí y una pastilla y un té para mi amiga, esto le vendrá mejor. 

Después de llevarle todo lo necesario a Chris y de desayunar y lavarme los dientes, por fin estoy lista para irme. Cojo mi bolso y reviso que tengo todo antes de bajar por el ascensor. Agradezco la brisa que entra a través de la puerta abierta del portal y antes de salir me coloco mis gafas de sol, sé que lo tendré que hacer muchas más veces de lo normal. Y al salir a la calle ahí están, decenas de paparazzis haciéndome miles de fotos y preguntándome que si ahora doblaré mi seguridad por el cargo de ocupo. Menos mal que mi chófer y mi guardaespaldas me salvan porque si no creo que vomitaría, parece que no tienen otra cosa que hacer que meterse en la vida de los demás. Me pregunto qué pasaría si les amenazara con meterlos en la cárcel, eso no está bien pero por probar.

Antes y despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora