Por fin 18 años, por fin en la universidad, por fin vuelvo a ver a mi mejor amigo aunque solo sea por este año, ya que él termina sus estudios, por fin lejos de casa sin que tenga a mis padres agobiándome y en la residencia de estudiantes para chicas, empiezo a preparar lo que esperaba que fuera un año memorable.
El curso empezó con nuevas amistades aquí en Barcelona, presentaciones entre las chicas de la residencia y primeras reuniones en las habitaciones, risas, cotilleos de moda, chicos, fiestas y a todo esto mi mejor amigo, mi querido amigo de 25 años muy presente en mi vida, mis padres le habían dado una orden tajante, cuidarme y que estuviera muy atento de mí.
José Luis Navarrete era increíble, creo que siempre había estado enamorada de él, desde el día que mis padres se conocieron y se casaron siendo yo una niña, Jose Luis es mi mejor amigo de toda la vida y siempre estuvo a mi lado para todo, para lo bueno y para lo malo, defendiéndome de los chicos en clase, de las travesuras que hacía en el colegio o delante de mis padres llevándose incluso él la culpa, era mi amigo y me sentía muy unida a él.
Empezó a ser muy famoso entre mis amigas de la residencia, a todas les gustaba y las encantaba, de la noche a la mañana tenía una legión de vírgenes siguiéndole y suspirando por él y todo por las historias que yo contaba de él, además esta como un cañón, guapo a más no poder, el pelo de un rubio oscuro, ojos grandes y de color café , unos labios carnosos que te invitan comer, una sonrisa que te deja sin sentido al enseñar su dentadura perfecta y blanca, su cuerpo bien moldeado por el deporte que hace, brazos fuertes, su torso musculoso bien definidos sus pectorales y abdominales y lo que pocas saben una buena polla, se la había visto espiándole en casa mientras se duchaba, pero incluso así, sin estar empalmada la tenía muy grande.
Las fiestas se sucedían en diferentes facultades y residencias de estudiantes, cada vez que veía a José Luis en una de esas fiestas me moría de ganas de besarle y de que supiera lo que sentía por él, con mis amigas, con las más íntimas imaginábamos encuentros con él, todas se subían al carro y yo no iba a ser menos, total como decía felina " solo son mejores amigos", "si quieres te lo puedes follar", nunca llegamos a poner en práctica ninguno de esos encuentros, pero todo eso iba a cambiar.
Llegaron los carnavales y en su residencia siempre hacían una fiesta, una de las fiestas por excelencia del año y como no estábamos invitadas e íbamos dispuestas a triunfar, fuimos vestidas de cabareteras de los años 20, todas con vestidos negros muy cortos con flecos, una cinta en el pelo con una pluma, pero había una prenda obligatoria para todas las chicas ese año, todas debíamos llevar una máscara veneciana que nos tapara la cara y las seis amigas fuimos todas incluso con la misma máscara que nos ocultaba de los demás.
Jose Luis estaba vestido de aviador y estaba realmente guapísimo vestido con ese uniforme azul, después de estar junto a él y con sus amigos José Luis pregunto por mí, no me podía creer que no me hubiera reconocido, entre la música, el ruido y todos los disfraces mi hermano no me había visto o eso quería yo pensar, así que quise disfrutar de aquella oportunidad y pasarme por otra chica e intentar seducirle hasta el punto de que terminara besándome.
La noche transcurría como yo quería, José Luis no se apartaba de nosotras, bailando y bebiendo, llegaron algunas canciones lentas y José Luis me cogió por la cintura y nos pusimos a bailar.
—Por qué no ha venido Altagracia, esta mala, la he llamado, pero no me contesta. —Me decía mirándome a los ojos ocultos por el maquillaje negro y por la máscara.
—No se encontraba bien, no te preocupes. —Le contesté para tranquilizarle, aunque ya le había enviado varios mensajes, ya que vi que efectivamente me había llamado cuatro veces.
—Quien eres, Veronica, Regina, Felina , Gabriela, dime quien eres. —Me susurraba al oído a la vez que sentía como apretaba mi cuerpo sobre el suyo.
—Pues no sé, tendrás que adivinarlo. —Le contesté.
—Yo diría que Verónica, porque tiene un buen culo como el tuyo. —Mientras decía eso, sus manos se habían posado en mi culo y lo apretaba con sus manos.
—Pero a lo mejor eres Gabriela , que tiene unos hermosos pechos o quizás Felina por esos labios tan deliciosos, porque no te quitas la máscara y lo vemos. —Sus manos habían recorrido mi cuerpo mientras bailábamos y ahora tenía sus dedos sobre mis labios pintados de rojo pasión.
—No, no, la mascará no se quita, es vuestra fiesta y vuestras normas, tendrás que averiguarlo tu solito. —Le contesté mientras seguía teniendo su dedo sobre mis labios, dándole un beso en él después.
-Tendré que besarte entonces para averiguarlo, quizás tus labios me lo cuenten.
-No sé, tú sabrás lo que tienes que hacer.
Jose Luis se paró en medio de la sala, me miraba y empezó acercar su cara a la mía, sus labios a poco centímetro de los míos cuando la música cambio y todo el mundo empezó hacer el loco y el tonto, José Luis se quedó a medio camino de besarme, parecía que se había arrepentido o quizás algo peor se había dado cuenta de que era.
En ese momento se separó de mí y sin soltarme de la mano me dijo que le seguirá, no dijo nada más y yo empezaba a estar muy nerviosa, subimos por las escaleras de la residencia hasta un largo pasillo a oscuras donde estaba su habitación, abrió la puerta y entramos, yo pensaba que me había reconocido y que me iba a regañar cuando me dijo.
—No importa quien seas, te voy a besar y si tú quieres te voy a follar.
—No me importa que me beses, pero de lo otro ya veremos, pero la máscara no se quita. —Le contesté con el deseo de que pasara lo uno y lo otro que había dicho José Luis.
En ese momento mi cuerpo se estremecían al sentir por fin los labios de José Luis sobre los míos, como su lengua fue en busca de la mía, entrelazándose una y otra vez, quiso quitarme la máscara y no se lo permití, le estaba quitando la ropa, besándole sin dejar ningún rincón, ningún músculo por el que mis labios no hubieran pasado, sus manos recorrían mi cuerpo, mis pechos eran suyos así como mi humendad que había sido asaltada por su mano metiéndose por debajo de mi falda y por dentro de mi tanga, los besos cada vez más apasionados y sus dedos recorrían mis labios humedecidos por la excitación.
Quiso quitarme el vestido, pero tampoco se lo permití, tenía su polla en mi mano, estaba cumpliendo un sueño guardado en lo más profundo de mi cuerpo, la tenía realmente enorme y dura, se la meneaba a la vez que le besaba en la boca, lo había desnudado por completo, su disfraz descansaba en el suelo junto a la cama, junto a su bóxer, lo empuje tumbándolo en la cama y me senté encima de él y con mis besos le fui subiendo hasta el cabecero y allí con unas bufandas y un pañuelo le até las manos a la cama.
—No te muevas, no te desates porque si no me voy, ahora quizás sepas quien soy, ahora me voy a desnudar para ti muy despacio y quiero que me observes con detenimiento.
Me puse de rodillas sobre la cama, sentía su polla entre mis muslos rozando mi tanga que se había desplazado un poco, me quitaba el vestido tirando de él hacia arriba sacándolo por la cabeza y mientras movía mis caderas rozando más y más su polla contra mi humedad, en ocasiones metiendo su glande entre mis labios sin llegar a meterse en mi vagina, pero si rozándola, si a las puertas de sentirla dentro y José Luis no perdía ojo de mí, me quitaba ahora mi sujetador dejando mis pechos desnudos y él ayudaba a que su polla se acercara a mi vagina intentándola meter con sus movimientos.
Ya solo me quedaba el tanga y la máscara que cubría mi cara, José Luis me miraba con el ansia de terminar aquella escena tan caliente y terminar metiendo su polla en mi interior, yo por el contrario a pesar de estar tan caliente, tan excitada y con los mismos deseos que él, quería seguir jugando, quería que supiera quien era antes de follarme.