La alarma del despertador sonó exactamente a las 7:15, Laín seguía profundamente dormido, lo observé un poco, podría decir que parecía un ángel...pero tristemente seria como mentir. Dormía con un ojo semi abierto al igual que la boca, y créanme cuando les digo, no es tan bonito cuando duerme.
Me levanté al baño, me lavé con el agua que restaba y me cambié de ropa, tomé mis pertenencias y me dirigí a la universidad.
En el camino pasé por una cafetería, pedí un capuchino con una pieza de pan y me senté a comérmelo. Mientras lo hacía, mi celular comenzó a vibrar, para mi sorpresa era mi padre así que conteste de inmediato.
— Hola, Sofí — su voz se escuchaba muy apagada.
— Papá ¿Qué ocurre? — pregunté preocupada.
— ¿Podemos vernos? Se que falta poco para que comiencen tus clases, pero realmente necesito hablar contigo en persona.
— Por supuesto—respondí sin dudar.
— ¿Puedes venir a la casa?
— ¿Y mi madre? — pregunté, estaba segura de que ella no quería verme.
—Ella no esta Sofí, por favor date prisa.
Tomé un taxi y me dirigí hacia allá, no estaba segura de que quería hablar mi padre, pero al escuchar su voz y con la urgencia que se dirigía a mi sabía que no sería algo bueno.
En cuestión de minutos llegué, me bajé y me dirigí a la puerta principal. Toqué el timbre y esperé.
Cuando el abrió la puerta me sorprendí. Se veía cansado, sus ojos se hundían en dos hoyos negros causados por las ojeras, su cabello y su barba estaban mas largos, al verme me abrazo, parecía tener urgencia con hacerlo.
En definitiva, algo estaba mal.
— Dime que ocurre—dije sin rodeos.
— Tu mamá me dejó.
— ¿Qué? ¿Qué hizo qué? — pregunté incrédula.
Sentí un nudo en la garganta, noté su dolor al decirlo, frente a mi se aguantaba las ganas de llorar, pero sabía que en su soledad lo había hecho.
Cuando entramos a la casa noté que estaba sucia, había comida esparcida, el piso todo sucio y el lugar completamente desordenado. Mi padre no era un hombre que dependiera de mi madre, al contrario, ambos trabajaban y se ayudaban en las labores del hogar, me preguntaba que es lo que había ocurrido.
— ¿Cuándo pasó?
— Hace semanas, después que te marchaste discutimos muy fuerte. Me dijo que yo tenía toda la culpa, que me había faltado autoridad, que si yo te hubiese castigado no estaríamos pasando por aquello. Yo le explique que tu debías hacer tu vida, que ya eras mayor de edad, que, aunque quisiéramos protegerte, necesitabas vivir en el mundo real y no en la burbuja que te habíamos creado. Era tiempo de tomar tus propias decisiones.
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N̶O̶ Fue imposible olvidarte
Ficção AdolescenteTercer libro Sofí siguió con su vida después de los duros acontecimientos. Todo iba bien hasta que de nuevo se encuentra con él. Entonces todo cambió, los sentimientos renacieron de nuevo, pero lamentablemente él parecía estar con alguien más y ell...