INESPERADA ÓRBITA.

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a teffyrula  porque ayer (04/12) fue su cumpleaños y no alcancé a subirlo cuando era. porque ella fue el mejor incentivo a escribir de un personaje que me cuesta tanto como Kōrai. porque es fantástica, porque lo merece y porque sí.

esto no es lo mejor, pero me sirve de práctica.

se lee en el alba, cómo mora avara quedarse con el primer amanecer en el cielo, en el planeta de destellos

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se lee en el alba, cómo mora avara quedarse con el primer amanecer en el cielo, en el planeta de destellos. ¡ay, no, no! no se lo roben, que llora, que desfallece, porque mucho ha estado esperado encontrar tierra fértil, ahí, en el mismo planeta de destellos.

    La historia de cómo la señora Akise Fumiko decidió el nombre para su primogénita se reducía al hecho tan banal de que esperaba un embarazo más prolongado para tener tiempo suficiente de pensárselo. Algo digno. Su madre, a su vez, la había llamado Fumiko porque significaba «chica de gran belleza, bendecida por la fortuna», pero tras considerar haber fallado en lo segundo con un embarazo bajo soltería, quería proveer a su futura niña con un nombre digno, que le trajera verdadera suerte. Al final, terminó con una sietemesina a la que nombró como las flores que reposaban en el alféizar de la ventana del hospital.

    Pese a haber nacido casi tres meses antes y poner en riesgo ambas vidas, Akise Fuji tembló la sala de la clínica con un llanto que retumbó hasta el ala de espera. Fue la única niña nacida allí ésa noche. Y la que más alto chilló, incluso prematura. Quizás, fue la última vez que hizo tanto ruido en público.

   Hasta la edad de siete años, la señora Fumiko se sentía preocupada del desarrollo cognitivo de su pequeña, creyendo que estaría por detrás de la media o habría salido con algún defecto al no suscitar los mismos comportamientos que ella en su debido momento. No obstante, Fuji demostró ser incluso más normal de lo que quizás su madre esperaba, y que sólo no había heredado su conducta esporádica.

   Eso no significaba que fuera estoica a todo.

    Como niña con una madre cumpliendo ambos papeles paternales y trabajando diez horas diarias, debía aprender a apañárselas por su cuenta, más temprano que tarde. Hacía el amago de pasearse con la escoba en el apartamento. Cocinaba cereal con leche, sopas instantáneas o sándwiches. Era capaz de atarse el lazo del uniforme sola. Y lo que más felicidad le daba, era hacer las tareas satisfactoriamente por su cuenta. Porque tal vez no se esperaba la diligencia madura en una niña de siete años, pero si en algo no fallaba, era en su capacidad de pensar. De escribir. De ordenar. De concentrar todo lo que tenía, y cumplir con su tarea. La señora Akise no se enojaba por encontrar la escoba en el mismo lugar donde la había dejado antes de salir, tampoco si la sopa instantánea había quedado más a agua saborizada con fideos que a real sopa. Porque tras una jornada difícil, le era suficiente cruzar el pasillo y abrir la puerta silenciosa, encontrándola leyendo sin parar.

GLICINAS EN EL PLANETA KŌRAI ー HOSHIUMI KŌRAIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora