Los latidos retumbaban en sus oídos al igual que la sangre parecía acumularse y extenderse por sus rostros y mejillas. La timidez estaba presente, así como la ligera sensación de nervios.
Kohaku no tenía mucha idea de cómo proceder o qué hacer, era inexperta en este ámbito y solamente se guiaba por su instinto y en lo poco que alguna vez vio con algunas parejas de su aldea. Tenía un poco de miedo de que saliera mal, aunque, bueno, en las primeras veces, no todo puede salir bien.
En cambio Gen, quien en el pasado ya había experimentado con algunas chicas (y posiblemente, chicos) la miraba atento pero no por ello, menos nervioso. Si no contaba su vida posterior a la petrificación de la humanidad, esta sería, su primera relación.
Y aunque él podía guiarla e instruirle en cómo hacer las cosas, la expectativa de ver qué haría y sentir cierto cariño al ver su inseguridad y torpeza le hacía sonreír. Sin contar que tenía mucha curiosidad sobre lo que pensaba al verlo fijamente a los ojos.
(A su alma).
Sólo en ese momento concordó con que Kohaku, era como una leona –como diría Senku–. Pues tenerla sobre él, le daba la sensación de ser una presa a punto de ser devorada; que lejos de asustarlo, le fascinaba.
(Podía sentir cómo la ropa comenzaba a serle estorbosa, incómoda).
Kohaku hizo su primer movimiento, metiendo mano bajo su camisa, acariciando parte de su estómago y lentamente, subiéndola a su torso. Pasando sus dedos por sus costillas, produciéndole cosquillas –e hizo un gran esfuerzo por no reírse ni retorcerse–.
Quiero, pensó Kohaku, mirando mal la camisa de Asagiri. Sin preguntarle, comenzó a retirarle la camisa –con ayuda del chico– y luego la arrojó lejos (en algún lugar del cuarto); volvió a acariciar y recorrer con sus dedos su torso, y cuando esto no fue suficiente se inclinó y besó su cuello, estremeciéndolo.
¿Quién diría que Kohaku-chan es tan pasional?
Un sendero de besos fue lo que Kohaku comenzó a hacer, desde su cuello hasta su ombligo, teniendo como límite el pantalón del mentalista. Y estaba por bajarlo, cuando la mano de Gen la detuvo.
Kohaku alzó la mirada, interrogante –. ¿Sucedió algo? ¿...No te gusta?
- No, nada de eso – negó, con una pequeña sonrisa nerviosa, sentándose en el piso de madera –... Sólo pensaba que, tal vez, deberíamos hacerlo en tu lecho y no en el piso.
-... Oh – se ruborizó, cayendo en cuenta de los hechos. Avergonzándose por estar tan inmersa en lo que estaba haciendo; rascó su cabeza, con pena –, lo siento, no me di cuenta.
- Está bien, Kohaku-chan. Después de todo, yo también casi lo olvido – pensó, sonriendo, apenado.
Lo cargó al estilo nupcial (cosa que no lo sorprendió para nada) y con cuidado lo recostó en su cama. Siendo esta vez Gen, quien hiciera el primero movimiento, el cual fue acercarla a su rostro besarla.
Mientras con una mano la tenía en su nuca, la otra acariciaba su espalda y parte de su muslo. El vestido de ella le era estorboso, además de que quería tocar más, explorarla como tierras desconocidas.
Movió su mano a otra zona, a su cuello el cual acarició para descender a su pecho. Acariciando con las yemas de sus dedos sus senos por sobre la ropa, provocándole un pequeño escalofrío; ella terminó el beso, agitada (sintiéndose un poco aturdida por las sensaciones que la estaban embargando), a lo que Asagiri aprovechó para invertir los roles.
- Creo que debemos ser justos, Kohaku-chan~ - susurró a su oído, dándole un nuevo escalofrío al sentir sus manos colarse bajo su vestido y acariciar su estómago. Ansiando más de ese contacto –, ¿no lo crees~?
Gen desató aquella cuerda que fungía como un cinturón y con más libertad, comenzó a alzar la parte inferior del vestido, con Kohaku alzando los brazos para finalmente retirarlo. Quedando semidesnuda y con sólo una tela que cubría sus partes íntimas.
Suspiró al sentirlo besar su cuello y descender a su pecho, donde jugó con sus senos (amasándolos, hundiendo suavemente con su dedo índice sus pezones, también besando, mordiendo o lamiendo). Y deteniéndose en donde quedaba la última prenda de vestir.
- Ahora tú... No estás siendo justo, Gen – se quejó la rubia, sintiendo bastante calor en sus partes bajas. Gen rió ligeramente.
- Dame un momento, Kohaku-chan~ - pidió, sentándose en la cama.
Ambos retiraron lo último que les quedaba (Kohaku se desató el cabello, quitó sus sandalias y su ropa interior. En lo que Gen se quitaba sus pantalones y calzado). Quedando en igualdad de condiciones, sin más pausas e interrupciones.
Para finalmente unirse y ser uno. Gen tuvo cuidado de no lastimarla al ser esta su primera vez, dándole mimos en su cabeza y uno que otro beso en su rostro; mientras Kohaku se acostumbraba y tenía cuidado de no aplicar toda su fuerza en él, evitando clavar sus uñas en su espalda o apresar con sus piernas sus caderas.
Dejó que tomara el control de la situación, dejándose guiar (y querer) por el mentalista. Sintiendo placer con cada embestida y gustosa al escucharlo gruñir, dejando escapar y escuchar algunos gemidos y suspiros.
(Era probable que su padre se enterara y pusiera el grito en el cielo cuando supiera que su hija fue deshonrada –por voluntad propia– antes de casarse.
Pero, Kokuyo podía irse al diablo en estos momentos).
...
- Me gustó – fue lo que dijo Kohaku, con una pequeña sonrisa cansada. Gen sonrió débilmente, siendo el más agotado de los dos.
- Es bueno escucharlo – murmuró, con los ojos cerrados. Kohaku sonrió enternecida al verlo somnoliento, además de un poco apenada.
Cuando finalmente lo notó dormido, se sentó en sus rodillas y extendió una de sus manos a su cabeza para acariciar su cabello con cariño. Una sonrisa se pintó en sus labios.
- ¿Sabes, Gen? No me molestaría casarme contigo.
Confesó a sabiendas de que él no lo escucharía, pero así estaba bien.
Y sin más demora, se acostó, abrazándolo por la espalda. Durmiéndose al poco rato.
-Traumada Taisho
Es mi primer smutt de ellos y, diré que lo amé. (Esa Kohaku es una insaciable xD)
A quien lo lea, espero le haya gustado... Y juro que tenía la pinta de ser bonito pero... Se tornó en esto, chale :c
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Dómame [Gen/Kohaku]
Fiksi Penggemar[One-shot/Semi-AU/PWP] Los latidos retumbaban en sus oídos al igual que la sangre parecía acumularse y extenderse por sus rostros y mejillas. La timidez estaba presente, así como la ligera sensación de nervios.