Hace 13 años.

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Justin.

Hubo un golpe en la puerta y luego sólo el pequeño arrastrar de pies. Mi pecho dolía. Mi madre me había llamado de camino a casa para decirme lo que había hecho y que ahora saldría a tomar algunos cócteles con amigos. Yo sería quien tendría que tranquilizar a Nan. Mi madre no podía manejar el estrés que eso implicaba. O eso es lo que me dijo cuándo llamó.

—¿Justin? —La voz de Nan llamó con un hipo. Había estado llorando.

—Estoy aquí, Nan —dije mientras me levantaba de donde yo había estado sentada en la esquina. Era mi escondite. En esta casa necesitabas un escondite. Si no tenías uno, cosas malas sucedían.

Mechones de los rizos de Nan se pegaban a su cara mojada. Su labio inferior tembló mientras me miraba con esos ojos tristes. Casi nunca los veía felices. Mi madre sólo le daba atención cuando necesitaba vestirla y presumirla. El

resto del tiempo era ignorada. Excepto por mí. Hice mi mejor esfuerzo para hacerla sentir querida.

—No lo vi. Él no estaba allí —susurró mientras un pequeño sollozo escapó.

No tuve que preguntar quién era "él." Lo sabía. Mama se había cansado de oír a Nan preguntar por su padre. Así que decidió llevarla a verlo. Desearía que me lo hubiera dicho. Desearía poder haber ido. La mirada afligida en el rostro de Nan provocó que mis manos se cerraran en puños. Si alguna vez veía a ese hombre iba a darle un puñetazo en la nariz. Quería verlo sangrar.

—Ven aquí —le dije, extendiendo la mano y tirando de mi hermana pequeña hacia mis brazos. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me apretó con fuerza. En momentos como este era difícil respirar. Odiaba la vida que le habían dado. Por lo menos, yo sabía que mi padre me quería. Pasaba tiempo conmigo.

—Tiene otras hijas. Dos. Y son... hermosas. Sus cabellos son como el cabello de un ángel. Y tienen una mamá que las deja jugar afuera en la tierra. Usaban zapatos tenis. Y estaban sucios.

Nan tenía envidia de unos zapatos sucios. Nuestra madre no le permitía ser menos que perfecta todo el tiempo. Ni siquiera tenía un par de zapatos tenis.

—No pueden ser más hermosas que tú —le aseguré, porque lo creía firmemente.

Nan sollozó y luego se apartó de mí. Levantó su rostro y me observó con sus enormes ojos verdes.

—Lo son. Las vi. Pude ver fotografías en la pared de ellas y un hombre. Las quiere... Él no me quiere.

No podía mentirle. Tenía razón. No la quería.

—Él es un estúpido idiota. Me tienes a mí, Nan. Siempre me tendrás.

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Es adaptada. La autora no está en Wattpad.

Secretos (Justin Bieber) 2° temporada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora