POV JENNIE
Estoy arreglandome un poco, hoy es día en el que puedo visitar a mi novia Lisa.
Vistiendo algo casual aunque espero este día con ansias, retocando un poco el maquillaje me he puesto un vestido negro que queda poco más arriba de la rodilla, y un pequeño suéter que lo acompaña, a decir verdad estoy nerviosa.
Estoy lista para salir de mi habitación cuando al apagar la luz y ver qué todo esté en orden veo aquel pequeño diario dónde escribí cada cosa que hice con Lisa, desde que nos enamoramos en la Universidad.
No resisto mucho antes de ir y hojearlo un poco, y recuerdos vienen a mi mente una y otra vez.
Sobra tanto amor en este corazón que tengo solo para ella, y aunque dicen que el tiempo nos vuelve sabios, todavía puedo sentir el dolor.
Salí de la habitación, algo triste y feliz por volver a ver el diario, Lalisa tiene tanto poder en mi todavía.
Tome mis llaves y unas rosas que pase a comprar por la mañana para estar lista al verla. Salí de la casa caminando al lugar donde desde hace dos años nos encontramos, a la misma hora de siempre.
Recuerdo cómo fue el tiempo desde que compramos nuestra casa, costo mucho trabajo y esfuerzo pero lo conseguimos, comimos pizza ese día y Lisa me llevo a la habitación a hacerme el amor toda la noche.
Creo que con ella subí más de tres kilos, no se si solo sea por la comida o por tantos besos y momentos dulces que siempre tuve a su lado.
También recuerdo aquella vez que trajo a casa al pequeño Louis, ella me hizo querer a los gatos que terminamos con una familia de ellos, Leo, Luca, y Lily, nos podrían decir las locas de los gatos pero, ¿Que más da? Los amo con todo mi corazón.
Aquellas veces que me escapaba de casa para salir con ella, que siempre me esperaba en el árbol de mi patio, sin importar el clima, sus brazos eran tan reconfortantes que sabía que mi hogar era ahí.
Lisa sabía que me gustaban las rosas, y cada día me llevaba una, con un beso que me hacía despegar los pies del piso y sentir que volaba, y cuando no soportaba la idea de que se fuera y me dejara deseándola en mi oficina, iba con mi jefe y decía "mentiras piadosas" para poder verla en horas de trabajo.
Al llegar a casa Lisa me pedía que le cantará una canción, y de ahí empecé a escribirlas solo por ella y para ella.
Con ella conocí más de mil formas de besar.
Diría que Lalisa Manoban me enseño como amar.
Dando vuelta a la esquina leo el letrero que cada semana veo y aunque me duele que sea aquí, la sigo amando aún demasiado.
Se que estoy caminando al lugar correcto cuando veo esa lápida a unos metros.
-¡hola, mi amor!, Hoy llegué un poco antes, a decir verdad te extrañaba mucho.
Limpie un poco el lugar y puse la rosas que compre, para sentarme frente a la lápida y contar de costumbre mi semana.
-¿Sabes?...¡Me promovieron! Subdirectora de la oficina, ¿Eh?
Se realmente como me hubieras felicitado, una gran cena y hacer el amor hasta quedar exhaustas.-Leo, Luca, Lily y tú consentido Louis están cada vez más grandes, no sabes cuánto me gustaría que estuvieras aquí para verlos.
Tomando un respiro largo comienzo a recordar más de nuevo.
Hace dos años el cáncer me quitó al amor de mi vida.
Intentaron curarlo pero era tarde así que Lisa y yo aprovechamos todo el tiempo que teníamos, sin saber que era la última noche que tendría junto a ella, la lleve a cenar a un lugar elegante, sin embargo ella no quiso entrar y señalo un puesto de hotdogs en la calle, ¿Que mejor que darle a mi novia lo que quería?
Comimos hotdogs y caminábamos a casa tomadas de las manos, su mano tan cálida.
Esa noche al llegar, hicimos el amor, sin prisa, solo nosotras dos, el mundo estaba en aquellos ojos marrones que tanto solía ver.
En las primeras semanas previas al enterarnos de su enfermedad Lisa me imploro que la abandonara, aún recuerdo sus palabras mientras la veía intentar dormir con los resultados de las pruebas en sus manos.
[...]
-¿Jennie?¿Sigues despierta?
-Sí, ¿Qué pasa, bebé?¿Quieres un poco de agua?
-No es eso. Déjame y ve a hacer una vida feliz, Jennie, te lo mereces. El cáncer no es tan malo para el paciente, lo es para las personas cercanas a él. Tu me conociste de otro modo, vete y quédate con esa imagen de mí.
[...]
Sentí lágrimas correr por mis mejillas antes de abrazarme a mi misma.
-Lisa...te extraño tanto.
No puedo dejar de pensar en ella, sus labios, sus manos, sus brazos, esas piernas largas, ese flequillo...
Deseo que todo sea un sueño y te pueda tener más tiempo contigo.
¡Maldición!
-Lisa...me enseñaste tanto, lo único que faltó fue como hacer para olvidarte, aunque no quiero hacerlo.