Capítulo 23: castigo.

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 SI LEES, QUEDA BAJO TU RESPONSABILIDAD

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9 años atrás...

—¿Qué sucede aquí? —interrogó Frey, interrumpiendo la discusión de los menores.

—Nada, tu hijo queriendo llamar la atención —rodó los ojos Ezequiel.

—¡No es cierto! —lloriqueo Remy, mientras se cruzaba de brazos frustrado.

—Remy —Frey miró al menor directamente.

—Es verdad, no pueden pasar ni cinco minutos y ya andas llorando —reclamó Ezequiel, mientras levantaba la ceja.

—No, ¡eres tú! Tú siempre eres el que me hace llorar —gritó, pataleando el suelo. Algunas personas voltearon a ver al niño que lloraba y gritaba—. Papá, ¡dile algo!

—Nos vamos —anunció el mayor, agarrando al menor del brazo.

—¿Qué? ¡No, papá! —suplicó Remy mientras forcejeaba. Ezequiel solo rodó los ojos.

—¡Que nos vamos dije! —explotó el mayor, zarandeando a Remy por los hombros. El menor se quedó paralizado—. Súbete al auto, Ezequiel.

El menor asintió caminando hacia el automóvil, sentándose en el asiento de copiloto. Mientras el padre de los niños abría la puerta trasera y empuja a Remy adentro.

—Maldita mierda —espetó Frey, lanzando los dos helados al suelo.

—Maldita mierda —espetó Frey, lanzando los dos helados al suelo

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Frey llegó a la casa azotando la puerta de entrada con fuerza. Sus dos hijos entrando por detrás de él cabizbajos.

—¿Y mi mamá? —preguntó Remy mientras moqueaba.

—La perra no está —gruñó el mayor subiendo las escaleras rápidamente. El menor solo frunció el ceño.

—Todo es tu culpa —señaló Ezequiel, mirando acusatoriamente a Remy—. Si no fueras tan niñita, estuviéramos en el parque. Pero como siempre, la tienes que cagar.

Frey bajó las escaleras con un cinturón en las manos. El brillo en los ojos de Remy se alarmó e instintivamente sintió miedo.

—Vayan a la cocina —ordenó el mayor.

Ezequiel miró confundido a su padre.

—¿Yo también?

—Tú cállate y camina —escupió el mayor mientras lo empujaba por la espalda.

Cuando llegaron a la cocina, los dos hermanos se miraron por unos segundos sin saber que hacer. Frey cruzó la puerta y paso en medio de los menores.

En la cocina se encontraba un estante de cubiertos y platos muy grande, que el hombre fácilmente accionó y rodó hacia la izquierda. Haciendo que los pequeños descubrieran una pequeña entrada con una escaleras que descendían.

—Bajen.

Los niños dudaron por un momento, pero luego de ver que su progenitor apretaba los puños apresuraron el paso.

Bajaron quince escalones, llegando hasta el sótano escondido de la casa. El mayor iba detrás de ellos.

Habían dos pequeñas sillas de madera, que por el estado en que de encontraba, la humedad las estaba deteriorando.

—Arrodíllense y pongan los brazos ahí —el mayor señaló las sillas con el cinturón.

—¿Para qué? —preguntó tembloroso Remy, mientras Heyder se mantenía cabizbajo.

—Solo háganlo, mierda.

Las pequeñas lágrimas de Remy bajaron por sus mejillas cuando se arrodilló y afincó sus codos en la silla. Volteó, y observó como las lágrimas también descendían por el rostro de su hermano.

—Heyder... —suplicó el menor.

—No hables, Remy —susurro su hermano, mientras cerraba los ojos.

—Su madre los tenía que criar para que fueran obedientes, pero lo mimados que los tiene ella solo los ha convertido en una vergüenza —comenzó el mayor, llevando sus pasos hacia delante—.  Así que si no me van a obedecer por las buenas, su castigo será por las malas. Levántate la camisa, Ezequiel.

El menor apretó los labios mientras hacía lo que el mayor le mandaba. Sintió el primer dolor cuando el cinturón de cuero impactó en su espada.

Uno, dos tres...

Remy apretaba fuertemente los ojos mientras escuchaba cada latigazo.

—Remy —ordenó el mayor. El menor imitó las acciones de su hermano.

Uno, dos, tres...

... siete, ocho, nueve

—¡Ya, basta! ¡Déjalo! —intervino Heyder, abrazando la espalda de Remy. Recibiendo los golpes en su cara—. No le hag-gas más daño, no lo t-toques.

El mayor se detuvo mientras los dos pequeños se retorcían de dolor en el suelo.

—Váyanse, joder —exclamó el mayor mientras tiraba las sillas a la pared. Los dos pequeños se levantaron como pudieron e intentarlo subir las escaleras—. Y Ezequiel, si le dices algo de esto a tu madre, te mato.

Remy [Tortura Mórbida #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora