Varios

Relato 2 para el Taller de Prosa de Ficción.

En este segundo relato, teníamos que utlizar el narrador externo alter ego (o narrador equisciente) y narrar en presente. También teníamos que utilizar elementos repetitivos en la trama y además, no usar fórmulas muy estereotipadas como “dijo” o “dijo, mientras cerraba el libro” o “dijo, moviendo su mano en gesto despectivo”. Los “mientras... + acción” están muy vistos, según mi profesor. Como siempre digo, para gustos... colores. Nos dijo que igual pasaba con los gerundios (“moviendo”, “insinuando”, “demostrando”, etc.) y que lo que deberíamos hacer entonces es poner el guión y explicar la acción partiendo de cero. Estos fueron sus ejemplos:
Ejemplo tópico:
María le dio la llave.
—Haz una copia para mi madre —le dijo, con voz firme.
—Vale. Lo que tú digas —le contestó cogiendo la llave y guardándosela en el bolsillo.
—Pero no la pierdas —le dijo mientras se daba la vuelta y se dirigía a la puerta de la calle.
Una forma menos tópica:
María le dio la llave.
—Haz una copia para mi madre. —Su voz sonaba firme.
—Vale. Lo que tú digas. —Cogió la llave. Apartó su mirada de la de ella y metió la llave en el bolsillo.
—Pero no la pierdas. —Se dio la vuelta. Caminó decidida hacia la calle.

Ahí va mi texto ;)

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Hoy vienen los Reyes Magos y Susana está nerviosa, está muy nerviosa. Pero no, no está nerviosa por lo que todos lo están. No, no es por esa mezcla de emociones y sensaciones que crea la llegada de los Reyes Magos, no es eso. No es por la ilusión de los regalos o la magia de esta tradición. Todas estas cosas a Susana le dan igual. Susana está tan inquieta porque sabe que debería tener, como todos los años, innumerables regalos preparados para repartirlos entre sus familiares y este año no los tiene. Podía haberlos comprado, pero es que su cabeza no ha dado para más en estos últimos meses.

La persiana de la habitación está cerrada, pero no del todo, entre las lamas se forman pequeños orificios que permiten que la luz del amanecer se cuele en la estancia. Susana se gira en la cama y refunfuña entre dientes. Sin embargo, ni en este estado de cansancio y nerviosismo, se concede emitir un sonido de queja mínimamente alto. No quiere despertarla, hasta en la inconsciencia piensa en ella… su madre.

Esta noche no ha podido dormir nada, su progenitora no ha parado de hablar y por más que ha aferrado su mano tranquilizándola, nada la ha hecho callar. Hace tan sólo unos minutos que ha sucumbido al sueño. Seguramente estará en los brazos de Morfeo toda la mañana sin prestar atención a los Reyes Magos o a sus nervios.

Una brisa suave se adentra en la habitación por una rendija de la ventana. Susana observa como las cortinas se mecen en un vaivén lento. Se incorpora, frota sus ojos con una de sus manos y dirige su mirada a la derecha, una imperceptible sonrisa aparece en sus labios. Pegada a su colchón, hay otra cama en la que reposa su madre de noventa y dos años. Susana suspira, sólo se acepta tener esos segundos de caída en lo más profundo de su corazón, al minuto siguiente, levanta la cabeza y sigue adelante.

Olvida los nervios por los Reyes Magos y aprovecha mientras que descansa su madre, para prepararse y adecentar la casa. Sabe que cuando ella despierte, ya no habrá mayor prioridad, ni siquiera ir al baño será lo suficientemente importante.

Susana apura su tercer café de la mañana, su olor impregna la casa. Friega el vaso y contemplando el sol que entra a raudales por el ventanal de la cocina, piensa en su madre y en los Reyes Magos. A estas alturas de la mañana lo nervios se han esfumado. Busca un trozo de folio y un lápiz. Escribe como si fuera ella:

“Queridos Reyes Magos, no deseo ni regalos caros ni baratos, sólo deseo que al menos, una vez a la semana, cada miembro de mi familia pregunte por mí o, aún mejor, venga a verme. No tienen que ser visitas muy largas, con que me den un beso, basta. Con amor, la abuela”.