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La bella y hermosa muchacha subió trastabillando a aquel escenario.

Su cabello se encontraba enmarañado y más opaco de lo habitual. Sus bellos ojos, que en algún punto de su corta vida habían brillado de forma alegre y anhelante, se mostraban inexpresivo, tristes, vacíos. La túnica blanca estaba sucia, al igual que su cara, y sus lágrimas dejaban rastros mientras bajaban hacia su mentón.

Acusada injustamente, se encontraba la princesa olvidada de Obelia. Frente a todo su pueblo, la rubia estaba siendo siendo sentenciada a muerte, cuando no había hecho nada.

Ella no lo entendía, podía escuchar los furiosos y ardientes gritos de los ciudadanos, podía ver como todos parecían querer verla sufrir. Pero ella no entendía, sólo había buscado el amor, el cariño de su padre.

Su padre, él emperador, aquel hombre de bellos ojos zafiros, que parecían mirarla con toda la repulsión y odio posible. Athanasia ya no podía ver el hermoso color de esos ojos, veía sólo dos cubos de hielo mirarla con asco.

En el pasado se habría alegrado por aquella mirada, había rogado por tener los ojos del emperador en ella, los mismos ojos que ella tenía, y daba a entender su lugar como princesa.

Pero al fin de cuentas, estaba su hermana, la princesa imperial. Zenith era lo que ella no era, y tenía lo que ella no, él cariño de su padre.

Se podía suponer que era esta y muchas más razones por las que ella había sido quien la envenenara, después de todo, Zenith era como el sol, mientras que ella era como la luna.
Todos parecían olvidar que no tenía poder en el palacio, no tenía sirvientas que la acompañarán más que Lily, y tampoco tenía el dinero suficiente como para poder conseguir un veneno.

Había muchos factores por el que era inocente, pero su padre la había encriminado y sentenciado, mientras que su hermana, a quien había ayudado a integrarse al palacio, había apoyado, y dado consejos, se quedaba callada, mirando hacia un lado. Con un abismo de sonrisa.

Athanasia no escuchaba lo que le decían, sólo se movió, para cuando le pusieron la cuerda en su cuello.

Alzó el rostro, lleno de lágrimas para poder ver al hombre que por años consideró su padre, aunque no tenía el derecho pasa a llamarlo así. Tampoco quería hacerlo, él sufrimiento y la muerte era a fin de cuentas lo único que había conseguido, pero ya nada importaba,moriria queriéndolo de todas formas.

Le sonrió al hombremirabdole con los ojos llorosos y sin brillo

—Te quiero, papá

Fue lo último que dijo, antes de que su cuerpo cayera ante la falta de lugar para apoyarse.

Su sonrisa no se borro, nunca lo hizo, su cara varió entre el rojo, morado y azul, mientras poco a poco el aire dejaba de entrar en su cuerpo. Intentó forcejear con la cuerda y sus manos, pero no logró mucho, estaba débil.

Dejo sus manos caer, y toda su fuerza irse, cerró sus ojos, con una última lagrima rodando por su mejilla.

Pensó en la cabellera negra de un cascarrabias por último, y se dejó ir en los brazos de Tanatos.

Una brisa soplo y movió el cuerpo inerte de la mujer. La Princesa Athanasia, había muerto.

Los gritos de festejo no se hicieron esperar, todos gritaron con euforia al ver como la bastarda acababa de morir.

Estos no duraron más de de cinco minutos, cuando derrepente el cuerpo de la mujer dejó salir una gran cantidad de maná.

Todos quedaron petrificados, incluso el emperador, que estaba por irse de aquel lugar, se giro, para ver como una gran ráfaga de energía salía del cuerpo e la rubia, rodeando la en un torbellino y viajando hacia el cielo, hacia la barrera de Obelia, como si se fundiera en ella.

Mientras está creaba un gran torbellino que hacía mover los cabellos, sombreros y ropas de la gente, el cuerpo de la muchacha empezaba a desaparecer, en múltiples pétalos de colores rosados.

Todos miraban, incrédulos la situación, nunca, en tantos años de historia, algo así había sido presenciado. Nunca se había visto como un cuerpo se funda con la magia, por completo.

Una luz del mismo color que las flores se hizo presente, encandilando a todos los presentes. Cuando abrieron los ojos, el cuerpo de la mujer no estaba, sólo unos tantos pétalos por todo el lugar, y un agradable aroma floral.

Como si un golpe en la boca del estómago les hubiera llegado a todos, la incomodidad y el dolor lleno el rostro de los habitantes, quien incluso aún se encontraban confundidos.

C

laude, miró el escenario con los ojos abiertos, con una mezcla de sentimientos atravesandolo.

Se sentía bien, por fin se había deshecho de la bastarda, pero por alguna razón su corazón se sentía oprimido, como si le hubiera fallado a alguien.

Simplemente se quedó mirando el lugar, intentando aclarar sus pensamientos, como si intentará recordar algo que su mente había borrado. No tenía idea concreta en su mente, parecía como si aquel huracán se hubiera traspasado a su cabeza y hubiera mezclado las frutas con las verduras.

Solo estaba seguro de algo.

Se había acabado, ella se había ido.

La hija de su sol por fin había muerto, y bajó su mano.








La castaña sonrió hacia el espejo frente a ella, luego de escuchar como la sirvienta se iba.

Por fin, esa estúpida se había ido, por fin era la única hija del emperador.

Ya no tenía a una muchacha sarnosa a su lado dándole consejos que no nesecitaba.

Porque ella ya era perfecta y lo único que le faltaba era ser la única hija, para tener toda la atención del emperador.

Soltó una carcajada, mientras sus ojos brillaban por un segundo de color verde.

La magia negra a a su alrededor se hizo más espesa, mientras reía. Demostrando lo que era.

Zenith por fin tenía el paso libre para hacer lo que quisiera, siendo una creación de magia negra no tenía nada fuera de su alcance.

Había sido creada con fines egoístas, y ambiciosos,por personas que buscaban el fin de su aclamado "padre". Y aunque ella lo negara, estos rasgos adornaban perfectamente su personalidad. Lo tenía oculto, pero estaban allí.

Ahora sin otra princesa, podía ser como quisiera, podía tener lo que quisiera.

Incluso si eso significaba el fin de Obelia.



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Quiero aclarar que la historia le pertenece a @Eva-Uwu y me ha dado el permiso de adaptarla y seguirla

Así que espero que la apoyen más a ella que a mi en esta parte.

¡Gracias por leer y gracias a ella!

Araam.

Después de su muerte [Princesa encantadora] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora