Intento de ira

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La vida no es justa... Nunca lo será.

—¡Y no te levantes, maldito Deku!

¿Él que hizo para merecer esto? ¿No tener un Quirk?

—Un asesino como tú nunca podrá ser un héroe, ¡¿no puedes entenderlo?!

No, Bakugo era cruel con las personas por creerse más fuerte, pero con Izuku, parecía un trato más especial, ya que su enojo provenía de algo más serio que el ego: tristeza.

—¡Ya déjalo, Bakugo! —Momo, quien perdió de vista a Izuku por algunos minutos, logró encontrarlo, pero no le gustó como.

Se acercó rápidamente al rubio con el fin de empujarlo. Sin embargo, este fue más rápido y, con un simple cabe, hizo que tropezara y cayera al suelo de cara.

—¡¿Vas a defender a ese maldito criminal?!

—¡De qué hablas! —Ella apretó la mandíbula, era muy notorio que la forma en la que llamó a Izuku provocó su enojo.

—¡¿Sabes lo que hizo ese imbécil?! 

—É-él no sería capaz. —Estando débil, contestó.

—¡Cállate, perra!

Al ver la escena, sin saberlo, Izuku apretó los puños. Algo dentro de él se había encendido, una llama de valentía a causa de la expresión de dolor en el rostro de Momo.

No lo pensó dos veces antes de levantarse e ir con dirección al rubio.

—¿Ah? ¿Por qué te levantas, Deku?

A pesar de que su cuerpo esté temblando, Izuku se iba acercando cada vez más.

—Quédate quieto.

La amenaza de Bakugo fue ignorada, cosa que sorprendió a todos.

—¡Te dije que te quedaras quieto, maldita sea!

Activó su Quirk, dando un golpe velozmente. Mas su sorpresa fue grande al ver como Izuku esquivaba y, eso no era todo, lograba dar un golpe en su ojo.

—¡Cierra la boca! —El pecoso gritó.

Los acompañantes de Katsuki quedaron sorprendidos al ver como Izuku hizo que su líder cayera al suelo. Eso no era todo, se subió encima de él para empezar el maratón de golpes.

—Izuku, ¡para!

Su ira era tan grande que ignoraba las súplicas de su mejor amiga.

—¡Detente! —Logró separarlos jalando a Izuku.

La paliza era un hecho, primera vez que el pecoso se revelaba, su primera victoria frente al imbecil que siempre atormentaba sus días.

—Ya no tienes que golpearlo. —Ella sonrió—. Gracias.

¿Por qué lo agradeció? Midoriya pensaba en voz baja, aunque no pasó mucho antes de olvidar eso y centrarse en la carcajada antinatural del rubio, quien se levantaba del suelo, rumbo a la salida del lugar.

—¿Qué? ¿No me digas que me golpeaste por defenderla? Es gracioso si lo piensas. —Seguía riendo a pesar de sus heridas—. Todos aquí sabemos del porqué de tu enojo, Deku.

Su rostro pudo estar hinchado por todos los impacto recibidos, pero fue la primera vez que salió de un lugar con una gran sonrisa, algo fuera de lo común para él. Se sentía ganador, ya que, su objetivo estaba hecho.

Por otro lado, Momo lo entendió. Ella era una excusa para que Midoriya liberara toda su frustración en Bakugo. Se sintió ofendida de cierto modo, usada por un fin cruel, algo que pensó que Izuku nunca haría.

—E-eres muy malo. —Temblaba en su sitio.

—Lo siento. —Agachó la mirada sin más, ¿que derecho tenía para verla a la cara? Había cometido un gran error.

Sin embargo, por muy ilógico que pareciese, Momo lo abrazó. Volvió a sentir calor, una estela de luz que solo lo calentaba a él del cruel frío familiar.

—L-lo siento mu-mucho. —Dijo entre susurros.

Momo lo perdonó, pero... Izuku nunca se perdonaría a sí mismo.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora