9. Vida

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Allison

Voy abriendo los ojos poco a poco y la luz me empieza a molestar.

—Damon —es lo único que logro pronunciar.

—¿Por qué carajos lo hiciste?

—No quiero... que te vayas... - digo débil -

—No me iré —hace una pausa y voltea a verme—. Pero tú tal vez sí.

Al ver su cara de angustia miro al techo, no lo veo muy seguido así y tampoco es que disfrute esa cara.

—De todas formas iba a morir en algún momento. No entiendo por qué te enoja.

—Me vo—se queda inmóvil— ¿Por qué...?

—Supongo que el demonio hizo su parte. No te puedes ir a menos que lo permita.

—Allison. 

Me pongo de pie y lo miro a los ojos fijamente y seria.

—Mira —mi mira fijamente—. Me quedan diez años de vida —lo miro a los ojos con una sonrisa—. Seré feliz y sin arrepentirme de nada hasta el último de mis días y quiero que estés conmigo, ¿puedes hacer eso?

Damon

Retiro mi deseo de esfumarme y de pronto recupero el control de mi cuerpo y abrazo a Allison.

—Recuperaré tu alma, Allison. No morirás en 10 años, estarás viva muchos más años y estaré para ti siempre que lo necesites.

No dice nada, supongo que sigue cansada, de pronto siento mi abdomen mojado y la escucho llorar.

—Yo solo no quiero que te vayas —os miramos fijamente, sus ojos están cristalizados por las lagrimas y mi mirada esta entre triste y preocupada por ella—. Haz estado conmigo mucho más tiempo que cualquiera y siempre que estás me siento más feliz y segura, yo solo te quiero conmigo —sigue llorando y me abraza.

Esta pequeña y estúpida niña que estaba llorando, vendió su alma y no le importaba lo mal que se sintiera ella seguía preocupada por mi, jamás alguien se había estado preocupado por mi antes que por si mismo. No me sorprende que quisieran su alma, considerando su don y pureza su alma debe de tener un poder gigantesco. Recuperare tu alma cueste lo que cueste.

Tania

El inframundo. Muchos se imaginaran que es tan solo fuego y sufrimiento, pero es mucho más que eso; el inframundo es lo que nuestro rey Lucifer quiere que sea, pero tiene sus limites, Dios no permite que haya un paraíso aparte de su cielo, si Lucifer quisiera que esto fuera un paraíso estaría declarando la guerra con el cielo y Lucifer prefiere mantener la paz, podremos ser peligrosos, pero los alados del cielo también lo son.

—Hice lo que me pediste. ¿Ya puedo tomarme mi año sabático? 

Me encuentro en casa frente al trono, recta sin dejar la postura. Espero cumpla su parte del trato.

 —Soy alguien de palabra, hija, te otorgo el permiso solicitado, puedes hacer lo que quieras durante un años.

—Gracias, padre —me doy la vuelta dispuesta a irme pero, me detengo y miro de reojo a mi padre—. ¿Por qué tanto interés por el alma de la mocosa? Sé que puede ver lo que otros no, pero hay más opciones, ¿por qué tu interés en su alma?

No me siento de lo mejor al arrebatarle el alma a una niña de 14 años por la cual mi hermano siente tanta fascinación, sé que no nos llevamos muy desde hace tiempo, pero sin dudas le tengo afecto.

—Siempre curiosa —dice desde su trono y luego se levanta y empiezo a sentir cierto nerviosismo—. ¿Recuerdas lo que le paso a tu hermano Fred —mis ojos inmediatamente se abren como platos—.  Se enamoro de una mortal y... Renuncio a todo, ahora mismo están sus días contados por tu tía Naturaleza y Dios. Tu hermano menor decidió arrojarse a la mortalidad, dejar de ser un ser superior para ser tan solo un simple humano, todo por su preciosa amada, ¿puedes entender eso? Hades estaba por repetir el error de Fred, sé que todavía es una niña pero tu hermano estaba por pasar el mismo destino, teníamos que actuar rápido. Fred durante la primera vida de su amada decidió dejarla ir y él mismo se encargo de matarla para no caer en la tentación del amor, prefirió seguir siendo uno de nosotros, uno de los seres más poderosos de la existencia pero, siglos después la volvió a ver y ahora es un mortal, renuncio a tener el mundo por una humana. No puedo permitir que Hades termine así. Tiene tanto potencial.

Recuerdo el caso de mi hermano, a comparación el mío es peor, si mi padre se entera me matará y no quiero ni pensar lo que le pasaría a él. Me muerdo el labio y luego abro la boca preocupada y finalmente bajo la cabeza. Tengo que salir de aquí antes de que huela mi miedo.

—Entiendo, padre. No te detengo más y me retiro.

¿Qué tendrá el resto que los demonios no tengamos como para hacer locuras por ellos? Una de las reglas que nuestro padre nos puso desde que tenemos uso de la razón fue una de las que jamás olvidaré, la Regla número 2: Nunca se enamoren. Podemos tener amoríos, dejar hijos mortales, desecharlos, abusar de quien queramos, pero no tener sentimientos amorosos por ellos, no es como los dioses olímpicos, ellos son los más privilegiados. Que envidia.

Salgo del palacio y al regresar a mi mansión pego un brinco al escuchar una voz detrás de mi.

—Hola, Tan —susurra en mi oído Samuel.

Samuel es por quien rompí la regla número dos. Es más peligroso que estar con un mortal; Samuel es un ángel. Lo siento, Hades, pero quiero mantener y cuidar de mi felicidad. 


El Demonio de mi CuartoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora