Hermione no recordaba haberse quedado dormida, pero cuando despertó se encontraba en un lugar desconocido. Escuchó el tenue sonido de la lluvia y al sentarse en la amplia cama que ocupaba se frotó los ojos para observar mejor el ambiente a su alrededor.
Parecía ser un moderno loft en la cúspide de un rascacielos, a juzgar por el paisaje nocturno que podía admirarse a través de una de las paredes de grueso cristal, detrás de la cual brillaban las luces de la ciudad como guirnaldas de gemas preciosas en el terciopelo de la noche oscura.
La cama King-size era terriblemente cómoda, las almohadas parecían ser de plumas. Se dejó caer de nuevo en su mullida superficie, exhalando un largo suspiro. Al mirar debajo de las sábanas se dio cuenta de que no llevaba prenda alguna.
De pronto el sonido de la lluvia se cortó y vio a Tom emergiendo de detrás de una pared de vidrio esmerilado, donde debía estar ubicado el baño.
Estaba completamente desnudo.
Los ojos de Hermione recorrieron el cuerpo de Tom, que parecía tallado por un artista griego de la antigüedad, uno particularmente talentoso. Excepto claro por su miembro, que era demasiado enorme para pertenecer a una estatua de la época clásica. Hermione no pudo reprimir un sonrojo y se cubrió la mitad de la cara con la sábana.
Tom sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de ella.
-¿Dónde estamos? ¿Cómo llegué aquí?- pestañeando volvió a sentarse en la cama que, notó ella, olía maravillosamente a Tom Riddle.
-Es sólo un lugar en la ciudad.- respondió enigmáticamente él, moviéndose con gestos felinos que ella observaba con atención y alarma. Se giró dándole la espalda y los ojos de ella viajaron desde los hombros anchos por la larga espalda hasta la cintura armoniosa y la redondez de su trasero y sus imposiblemente largas, esbeltas piernas. Se mordió el labio inferior inconscientemente.
-Siéntete como en tu casa.- explicó Tom alejándose hasta lo que parecía ser un cambiador, repleto de trajes de hombre prolijamente dispuestos al igual que camisas, corbatas y brillantes zapatos de vestir.
Hermione se sentó al borde de la cama, envolviendo su silueta con la sábana de seda color crema.
La alfombra que recibió sus pies era mullida y suave, y le provocaba curvar los dedos en ella. Cerca en el suelo vio lo que Tom llevaba puesto en la limusina al igual que sus propias prendas, que estaban mojadas.
-¿Cómo llegué aquí? No lo recuerdo.-
-Te quedaste dormida en la limusina. Quería llevarte a tu casa, pero estaba siendo vigilada por la policía.
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par.
-¿Qué? ¿Cómo lo sabes?- Una oleada de furia la invadió. Harry no le había dicho nada de eso. Odiaba cuando se metían en su privacidad sin consultar. Ella no era una persona indefensa, no necesitaba ser cuidada por nadie y mucho menos sin su autorización. Tom pareció notar su cambio de humor, y todavía sin ropa se acercó a ella y se sentó a su lado colocando una mano sobre su muslo.
Tom le sonrió, la comisura de sus labios rojos y llenos curvándose apenas de costado mientras arqueaba una ceja y la miraba a través de sus espesas pestañas.
-Digamos que la policía para que la trabajas no es tan unida como la mayoría de ellos cree.- fue su enigmática respuesta, pero fue suficiente para que ella lo comprendiera perfectamente. El departamento estaba corrupto y probablemente parte de ellos estaban bajo las órdenes de Tom Riddle. Resopló aunque la sensación de la mano de Tom, subiendo lentamente por su piel, dedos largos contorneando su muslo la distrajeron, al igual que el espectáculo de verlo desnudo por primera vez y tenerlo tan cerca, acercándose a ella más y más hasta que sus labios rozaron los de ella y sintió cómo él la colocaba encima de la cama debajo suyo. Labios imposiblemente suaves navegaban su piel acompañados por las yemas de sus dedos.
Hermione gimió de placer arqueando la espalda, cuando el rostro de él se hundió entre sus piernas, los dedos de ella hicieron lo propio en los mechones de su cabellera oscura, cerró los ojos y comenzó a gemir bajo la sutileza de su lengua acariciando su centro de placer, haciéndola palpitar mientras sus manos se apoderaban de sus caderas.
La lengua de Tom subía y bajaba y trazaba círculos en su clítoris abultado, enviando olas de placer a todo su cuerpo que iban incrementando y acumulándose.
-Qué deliciosa eres, hermosa.- susurró Tom con el rostro brillante por sus fluidos mientras continuaba complaciendo a Hermione con sus dedos largos, primero uno y después otro, su rostro y sus labios, su boca hambrienta volvió a caer para devorar su sexo y lamer sus labios y su nudoso y sensible centro que pulsaba casi al límite.
Ella sólo era capaz de gemir, estremeciéndose, cuando Tom se detuvo. Hermione abrió los ojos dispuesta a quejarse por la falta súbita de atenciones, cuando lo vio caer encima de ella entrando con su enorme miembro en su cálido y mojado interior, haciendo que su espalda se arqueara hacia él mientras contemplaba su cuerpo magnífico, el modo en el que el movimiento marcaba sus músculos abdominales bajo su nívea y resplandeciente piel.
-Tom...Tom...Tom...- Hermione gimió su nombre con labios sedientos que él llenó con los suyos, que sabían a su propio placer y pasión.
Las caderas de Tom se movían a un ritmo enloquecedor mientras que ella deslizaba los dedos por su cuerpo. Tom envolvió el puño en su cabellera para besarla y recorrer su cuello con la lengua mientras que su ritmo y la fuerza de sus embestidas se incrementaba y Hermione gritaba de placer cuando fue abatida por su orgasmo.
Y ser llenada por Tom era la experiencia más erótica y placentera, se alegraba de estar tomando anticonceptivos.
Cuando abrió los ojos lo vio todavía encima de ella, hundido en ella mirándole fijamente con sus hermosos y fríos ojos, despejándole el rostro de unos mechones de cabello con una caricia.
-¿Te gustaría meterte en el jacuzzi? – susurró Tom en su oído mientras se separaba reticentemente de su cuerpo, bañado en el sudor de ambos. Ella le contemplaba con admiración y asombro y le atenazó una duda. No entendía qué hacía un hombre tan hermoso como él con una mujer con ella. No era que se sintiera fea, pero en comparación con Tom Riddle...
El hombre parecía un modelo, era demasiado perfecto, podría tener a la mujer que quisiera, no entendía por qué estaría con ella a menos que fuese una manipulación. Hermione se dijo a sí misma que no importaba lo mucho que se sintiera atraída, debía recordar que este hombre era un criminal y que probablemente sólo la sedujo para corromperla y debilitar a la policía, era la única explicación posible, pensó y sintió un malestar en su interior muy similar a la tristeza.
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Placeres Prohibidos
FanfictionTom Marvolo Riddle es un peligroso, poderoso señor de la mafia bajo tierra de Londres. ¿Podrá la señorita Granger y sus colegas de la policía encubierta detenerlo, o será demasiado tarde?