-Tómate el día libre, Hermione. Creo que después de lo que pasaste, te lo has ganado.- su amigo y superior, Harry Potter, se inclinó encima de su escritorio, ojos verdes brillantes clavados en los suyos a través de sus gafas.- Entiendo si no quieres hablar de ello, pero, si cambias de opinión, aquí estaré, revisando el caso.-
Señaló una gran pila de papeles encima de su escritorio junto a la placa que rezaba "Inspector Jefe"
Se limitó a asentir y dejar la oficina con pared de cristal.
Hermione no sabía qué hacer.
No quería mentirle a su amigo y jefe y tampoco ocultarle información, quería que atraparan a Riddle, pero una parte de ella no quería eso, para nada.
Había una parte de ella, secreta y oscura, que lo único que deseaba era volver a verlo para derretirse en sus brazos, para volver a sentirlo...
Riddle le había enviado un enorme ramo de rosas rojas casi todos los días después del suceso, y la había invitado a cenar con él pero Hermione no se atrevía a aceptar. Si lo hacía estaría traicionando a sus amigos, a la seguridad pública, Tom Riddle era un criminal, después de todo.
Cuando su turno concluyó mucho antes de lo esperado por presión de Harry, "Debes ir a descansar, Hermione" se dirigió al aparcamiento que estaba extrañamente silencioso.
Se sentía observada. Desde el suceso le habían dado permiso para llevar siempre con ella, en su bolso, una pistola eléctrica y un localizador, suponía que sus allegados del trabajo ya no confiaban en ella o quizás sólo la sobreprotegían.
No recordaba dónde había estacionado su vehículo y no lo encontraba en el amplio estacionamiento subterráneo de la estación de policía de Londres. Decidió caminar y tomarse un bus o el metro.
Cuando salió a la calle se sintió mucho mejor, el viento fresco le soplaba en la cara y el cielo del atardecer se oscurecía lentamente, mostrando una luna en cuarto creciente asomándose entre las nubes. Se abotonó su largo abrigo de lana gris oscuro y comenzó a caminar por la acera, agradeciendo haberse puesto botas cómodas cuando una limusina que apareció de la nada se estacionó justo enfrente de ella cuando estaba cruzando una calle lateral a la avenida y bastante desolada y vacía. Se quedó mirando el vehículo de líneas largas y elegantes y pintura negra brillante y ventanillas polarizadas. La de atrás comenzó a descender lentamente, revelando un rostro que ella creyó que sólo volvería a ver en sueños.
Tom Marvolo Riddle le sonreía mientras la observaba con sus fríos ojos gris verdoso, los labios sensuales curvados en una pecaminosa sonrisa. La portezuela de la limusina se abrió y una mano elegante y pálida de dedos largos emergió haciéndole un ademán de que se subiera.
Su corazón pareció detenerse y Hermione tardó demasiado en notar que no podía sacar los ojos de los labios de Riddle cuando vio cómo su sonrisa se curvaba aún más.
-Hermione, sube.- dijo con voz suave, un ronroneo profundo en la voz y como si tuviera al cielo de su lado, comenzó a llover en ese instante estrepitosamente, y Hermione no llevaba paraguas.
La mano de él, grande y masculina, pero sorprendentemente suave se apoderó de la suya mientras ella se inclinaba hacia el interior de la limusina. Se preguntó si el detector que llevaba puesto estaría activo. Su trasero aterrizó en el regazo de Riddle, que llevaba un traje de etiqueta hecho a medida y se veía increíblemente atractivo.
-¿Cómo has estado? – sintió cómo su voz grave y susurrante reverberaba en su pecho, sobre el cual posaba en ese momento sus manos, su apuesto rostro debajo del suyo observándola con algo parecido al deseo. Una de sus manos como si tuviera vida propia subió desde el pecho de Riddle siguiendo la línea de la solapa de su traje por su cuello hasta llegar a su mandíbula y por último a uno de sus altivos pómulos.
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Placeres Prohibidos
FanfictionTom Marvolo Riddle es un peligroso, poderoso señor de la mafia bajo tierra de Londres. ¿Podrá la señorita Granger y sus colegas de la policía encubierta detenerlo, o será demasiado tarde?