El día del vuelo.

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Hay dos cosas que me sacan de quicio: que me mientan y que se me haga tarde.

Ese día tenía que abordar el avión a las siete de la mañana así que le pedí al de la recepción que me despertara a las cinco y media para que me diera tiempo de llegar al aeropuerto. Me terminé despertando a las nueve de la mañana y aquel hombre tuvo el descaro de asegurarme de que me habló para despertarme. No era verdad, cuando alguien me despierta ya no me puedo volver a dormir. ¿y yo que voy a hacer en esta ciudad ahora? Nada, vi todo lo que tenía que ver y comprar todo lo que quería comprar, pero el señor se emperró en seguir diciéndome "Yo le llamé señor. Yo le llamé".

Y las mentiras y que se me haga tarde me sacan de quicio.

Así que en un arranque de enojo ciego, me salté el mostrador del lobby, le agarré de los pelos firmemente y le hice rebotar su cabeza contra el mostrador hasta que me lo quitaron de las manos.

Es algo que le puede pasar a cualquiera, ¿no?




Esto realmente pasó, jaj. 

Le shining.  

El acto de recopilar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora