No señor, no. Si usted hubiera visto a ese viejo, me entendería mejor.
Ese viejo cochino, sudado, maloliente no me dejaba de ver desde que me subí al metro. El cuello de su camisa era de color amarilla grisáceo, al igual que la zona de sus axilas, con el pelo opaco y grasoso, y aunque estaba relativamente lejos de él, era capaz de percibir el hedor a sudor.
Y el calor que hacía, Señor, el calor solo lo empeoraba todo.
Decidí cambiarme de lugar a uno más cerca de una ventana, aunque, bueno, creo que puede ser tomada como excusa porque en realidad quería alejarme lo más posible de ese cerdo. Pero decidió seguirme, me siguió hasta al otro lado del vagón y se sentó más cerca de mí. Si ya de por si me sentía asqueada, ahora me estaba dando un poco de miedo, señor, por eso hice lo que hice.
Cuando ese viejo se sentó más cerca de mí, me sonrió, y por Dios, sus dientes, ¡sus dientes! tan sucios y amarillos como la pus, y estoy más que segura que hasta vi bichos correr entre esos dientes.
Era repugnante.
Así que decidí bajarme en la estación más cercana e irme de una vez de ese lugar, o hablarle a un guardia del metro para que me ayudara, no sé, estaba poniéndome sumamente nerviosa y no pensaba con claridad.
Cuando el tren al fin paró, baje corriendo, chocando y empujando a los demás pasajeros que iban subiendo y bajando del vagón, pero de alguna manera que aún no logro explicar, ese bastardo me alcanzó y me tomó del brazo muy fuerte. De hecho, aún tengo la marca de sus mugrosos dedos en el brazo, ¿quiere verlos?, ¿al final del interro- bueno.
¿En que estaba? Ah, sí. Esa cosa me sujetó muy fuerte del brazo, y yo como pude me logré zafar de su mugrosa mano mientras le gritaba que me soltara "¡SUÉLTEME, VIEJO CERDO!", pero no me había dado cuenta de lo cerca que estábamos de las vías cuando empecé a empujarlo.
Para la suerte del viejo –aunque no por mucho-, estaba ese policía viniendo hacia nosotros por el escándalo que hice, y además por toda la gente que se juntó alrededor. Pero antes de que pudiera hacer algo ese policía holgazán, le di un segundo y último empujón al viejo para terminar en las vías, lo malo fue que el otro tren pasó justo sobre de él.
Pero, vamos, se lo merecía por sucio, asqueroso y cerdo.
Les hice un favor a todos, ¿no?
¿No...?
Le shining
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El acto de recopilar.
Short StoryAquí se albergarán algunos cuantos poemas, fabulas, cuentos, historias. etc. De cualquier índole, y la mayoría... no, la mayoría no, todas son funestas. Cabe aclarar que, siendo funestas, puede que muchas sean sanguinolentas/crudas, o simplemente...