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–...¡Soy el comandante del cielo!.–Gritó Michael enfurecido, dentro del cuerpo de Rowena, lanzando una ráfaga de poder en contra de Jack.–¡Soy el devorador de mundos!.–Lanzó otro disparo, pero el chico sigue avanzando.–¡NO ME VA A DESAFIAR UN NIÑO!.–Finalizó con un último disparo.
–¡No soy un niño!.–Responde Jack con los ojos encendidos.–El arcángel lo mira respirando pesadamente.–Soy el hijo de Lucifer, soy un cazador ¡SOY UN WINCHESTER!.–Toma la cabeza de Rowena y expulsa a Michael de su cuerpo.–Nunca volverás a hacer daño a nadie.–El gigantesco halo de luz blanco salido del cuerpo de Rowena se transforma poco a poco en uno mas pequeño que entra como un suspiro por la boca de Jack.
Sam, Dean y Castiel se encuentran detrás de él, atentos a todo el espectáculo, puesto que saben que el chico está utilizando su propia alma para alimentar el poder que, no hace mucho, perdió.
–¿Jack?.–Dice Dean pausadamente
–Michael... Está muerto.–-Responde Jack sin mirarlos
–Jack ¿Estás...?.–Habla Sam, pero no puede terminar la pregunta, no sabe bien lo que está por cuestionar. Jack da media vuelta para mirarlos.
–Soy yo otra vez.–Responde sonriendo, dejándolos ver sus alas.
Sam, Dean y Castiel lo contemplan expectativos y dudosos sobre si lo que está frente a ellos es realmente el Jack que conocen, o si lo que están viendo es simplemente un envase sin sentimientos ni emociones dentro de él.
–De acuerdo, Jack, creo que deberíamos...–Inicia Sam, pero interrumpe de nuevo su propia frase. Aunque esta vez no se debe a la duda en la idea que intenta completar, sino a un ruido muy fuerte que parece venir de fuera del búnker.
Los cuatro suben las escaleras lo más rápido que pueden, para salir a ver que sucede. Desde la puerta observan que, no muy lejos de ellos, en dirección al bosque, hay aún una estela de luz que parece estar parpadeando. El titilar de la fuente ilumina una parte del bosque, pero se hace más débil cada vez que prende y apaga, por lo que se apresuran a traer unas cuantas armas y ponerse en marcha.
