El aroma a café estaba inundando su habitación. Steve hacía lo posible por no percibirlo, desde rociar perfumes y aromatizantes, hasta tratar de respirar lo menos posible pero el aroma cada vez se hacía más intenso, más espeso.
Sabía que hacer de su Roomate a un Omega traería dificultades a largo plazo, pero necesitaba recortar los gastos de alquiler para seguir pagando la carrera de artes que sus padres se negaron en apoyar, y Tony había sido el único que duró más de tres meses con él, pues a pesar de ser un Omega excéntrico jamás le había dado problemas ni metido a algún amante en turno como los anteriores Roomates habían hecho, y eso le gustaba.
Leyó por enésima vez el párrafo de aquel escrito del que debía hacer un ensayo, obligándose a concentrarse pero el delicioso aroma a café se lo impedía.
Era como si lo estuviera llamando.
Steve negó con la cabeza.
No, Tony no podría estarlo llamando con su aroma. Talvez lo sentía así porque era la primera vez que el castaño pasaba un estro en el apartamento. Comúnmente desaparecía cuatro días sin decir nada y regresaba de la misma manera en esas fechas exactamente, cada tres meses.
Suspiró. Sería mejor salir del departamento un rato, para despejarse, tanto su mente como a su instinto que comenzaba a despabilarse por el delicioso aroma que emanaba Tony.
Sin duda el aroma de un Omega en celo era un afrodisíaco para cualquier Alpha, pero Steve debía resistir, pues él no era como otros Alphas que sucumbian a sus instintos, él no tomaría a Tony en ese estado, era su Roomate y un acoston, aunque fuera para ayudar a Tony pues sabía bien cuánto sufrían los Omegas durante el estro cuando no tenían a un Alpha, podría echar a perder su convivencia, y eso era lo último que quería porque Tony era bueno, amable, educado y respetuoso, al menos con él, así que él lo sería de la misma manera.
Dejó los cuadernos sobre su cama y tomó la primer chaqueta que vio, se quito las camisas que fungían como cubre bocas y tomó las llaves de su motocicleta.
Con grandes zancadas salió de su habitación, hasta llegar a la puerta de entrada, y tras salir se encontró con una escena inesperada.
—El Omega que está adentro... ¿Es tuyo? — preguntó su vecino Sam, un Alpha que vive en el departamento 22B, cinco puertas a la derecha del suyo.
Steve frunció el ceño en confusión por la extraña pregunta hasta que el olor a excitacion de su vecino llegó a su nariz.
Aunque ese particular olor no sólo provenía de él, Barnes y Natasha estaban unos pasos detrás de él, así como otros cinco Alphas que no conocía, igual de excitados que el moreno.
Steve arrugó la nariz asqueado y cierto sentimiento de molestia comenzó a clavarse en su pecho.
Se dio cuenta que el aroma de Tony era tan potente que había salido fuera del departamento, esparciendose por todo el pasillo.
En eso el elevador se abrió dejando ver a más Alphas que seguían la esencia de su compañero.
¿Hasta donde había llegado el aroma de Tony?
Los vellos de su cuerpo se erizaron y su Alpha gruñó con molestia, en una clara posición defensiva que el cuerpo de Steve adoptó al ver como los Alphas se acercaban hacia él. Amenazantes.
—Si no lo es, muévete, Rogers. Él desea ser atendido. — gruñó Romanoff, acercándose peligrosamente y Steve le mostró sus colmillos, deteniendo su avance en un parpadeo.
—Si lo es, deberías compartir, tal parece que ese Omega no puede ser saciado por un solo Alpha. — comentó Barnes y Steve le dedico una mirada que atemorizaria a más de uno.
El grupo de ahora doce Alphas, comenzaron a acercarse para intimidarlo pero Steve no retrocedió, en cambio sus feromonas se esparcieron de forma amenazante, haciendo retroceder a más de uno, a excepción de Wilson, Barnes y Romanoff, a quienes la determinación por poseer al Omega hacia brillar sus ojos.
Eran perros, perros hambrientos que no dejaría que se alimentarán.
—Es mío. — gruñó Steve, ronco, amenazante.
No lo era pero no permitiría que extraños tomarán a su compañero.
—No lleva tu marca. — gruñó Wilson.
—Incluso ibas a salir justo ahora, ¿no? Si tienes algo que hacer puedes seguir con tu camino, nosotros podríamos encargarnos de él. — dijo Natasha mientras dejaba ver también sus colmillos.
—Si tu no quieres atenderlo, nosotros lo haremos con gusto. — abrió la boca Barnes y Steve sólo retrocedió, para meterse de vuelta en el departamento.
No tenía caso seguir hablando con ellos. Mientras más tiempo estuviera afuera, más posibilidades les daba de poder entrar, eso sin mencionar que aquellos tres eran Alphas de primer rango, como él, no podría con los tres si se metían a la fuerza al departamento.
Cerro con llave, como si eso fuera ayudar en algo y comenzó a esparcir sus feromonas por el lugar en un intento de marcar territorio mientras maldecía por lo bajo.
Tenía que sacar a Tony de ahí, o al menos encontrar una manera de minorizar su aroma para evitar que siguiera llamando a más Alphas.
Pero, ¿cómo se supone que lo haría?
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Aroma. [Young Stony, AU]
FanficSteve Rogers sabía que hacer de su Roomate a un Omega aseguraba problemas, aún así se arriesgo y el precio a pagar por ello, fue más que placentero.