El más grande cuento [L.S.]

VII

Desde su encuentro con el apuesto chico, Louis no había podido dejar de pensar en ir al bosque con la esperanza de volver a verlo. Eso era otra cosa por la que debía estar agradecido con él puesto que lograba que la muerte de su padre ya no fuera lo único que pensara constantemente.

—¿A dónde vas, Louis? —preguntó la viuda con gran interés al ver a Louis saliendo por la puerta trasera con una cesta.

—Ya terminé mis labores del día y creí que quizás podría pasar un rato en el bosque...

—¿Por qué no mejor te quedas y planeamos tu fiesta de cumpleaños? —tomó la cesta de sus manos y la abrió para encontrar varios frascos vacíos y un libro cuyo titulo estaba en un idioma que no conocía. Frunció el ceño confundida y luego puso el objeto sobre la mesa más cercana.

Eso debió ser lo más sorprendente que Louis escuchó en muchos días, porque de pronto ya no tenía palabras para responder. La sorpresa no se debía a que aún faltaran varias semanas para que la fecha llegará, si no porque habría podido jurar que a su familia adoptiva no le importaba en lo más mínimo el evento, mucho menos que querrían hacer una celebración al respecto.

—Pero es un día antes de navidad, Ma'am. —Respondió con lo mismo que la mujer decía cada año como excusa para no lanzar una gran fiesta al respecto— sería complicado preparar dos celebración seguidas y... aún es muy pronto para celebrar.

Cualquiera podría entender que se refería a la muerte de su padre, pero la egoísta mujer tenía sus prioridades muy revueltas —no digas tonterías, un mes es apenas suficiente si queremos organizar dos fiestas. Recuerda que no todos los años se cumple la mayoría de edad.

—Tiene razón...

—¡Claro que la tengo! ¡Es lo menos que puedo hacer por Mark! —Como esperaba, la mención del hombre hizo que Louis diera un pequeño respingo—, solo tengo que continuar con lo que él ya estaba planeando.

—¿Mi padre estaba planeando algo? 

—Claro que lo estaba haciendo, era algo que le hacía muchísima ilusión —se acercó a el muchacho y comenzó a acariciar su cabello con lo que podría confundirse fácilmente con cariño—. Pero primero hay algo importante que debo decirte.

—¿Qué ocurre? —nunca había tenido esa especie de contacto físico con la mujer y eso lo ponía demasiado alerta, estaba firme en el suelo y la miraba atentamente como esperando un ataque.

—El notario vino ayer diciendo que tenemos que ir cuanto antes a firmar unos papeles sobre la herencia y... —la caricia se detuvo, y la mano bajó hasta posicionarse en su cuello. Los largos espacios que dejaba entre sus palabras le ponían a Louis los pelos de punta, pero el toque en su cuello hacia que no pudiera pensar con claridad— y tu tutela.

—¿Mi tutela? ¿Quiere decir que como la viuda de mi padre usted no conservó mi tutela?

Eso lo alegraba al mismo tiempo que lo preocupaba. ¿Acaso tendría que irse ahora con sus abuelos irremediablemente? 

—No es más que un mal entendido, pero si vamos ahora mismo a la notaria podré adoptarte formalmente y concentrarnos solo en tu fiesta de cumpleaños.

—¿Quiere ser mi tutora legal? —comenzaba a hartarse de solo responder con preguntas, pero nada de lo que estaba pasando parecía tener sentido.

—Sería lo más lógico ya que fui tu madrastra por tantos años, pero entiendo que debe ser mucho que procesar cuando aún debes estar sufriendo por tu padre —fingió preocupación y Louis casi creía que estaba diciendo la verdad—. Si quieres podemos discutirlo otro día.