Momentos

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Toda la vida creí que el amor se relacionaba con la eternidad.

Ese pre concepto que aprendemos de pequeños que nos impulsa a creer en una realidad ilusoria en la que el amor está ligado al para siempre.

¿Qué es el para siempre si no existe el tiempo en realidad?

Los cuentos, las películas y las novelas nos decían que solo eran felices para siempre los que pasaban juntos el resto de su vida y comían perdices.

A los veintiseis años me vengo a enterar que el amor eran momentos.

El amor eran tus finos dedos acariciándome el pelo antes de dormir. 

El amor eran tus abrazos calentitos después de hacer el amor.

Eran tus miradas de pena cuando veías que me rompía y me reconstruía sola una y otra vez.

El amor se vestía de un "avisame cuando llegues" y "te extraño" a las tres de la mañana sin motivo.

Poco tienen que ver los momentos con la eternidad, pero la vida es eso. La vida es una colección de momentos en los que se remiten lágrimas y sonrisas por igual y lo único que nos vamos a llevar van a ser esas tardes donde se nos erizaba la piel cuando pasabas por mi lado y me tocabas sin querer.

El amor era quedarme hasta las cinco de la mañana hablando cuando me levantaba para ir a trabajar a las siete. Y no me importaba trabajar con sueño.

Ya no queda nada de eso, ni los momentos, ni tus miradas, ni tus abrazos, ni tus risas.

Ya no existen los momentos y con ellos tampoco el amor.

Ahora creo que el amor es recordarte así y sonreir con bronca y con dolor porque podríamos haber sido todo y decidiste no ser nada.

¿Qué es todo y qué es nada?

El amor eras vos.

El amor era yo.

El amor era yo cuando te miraba y no existía nada más alrededor.

Y el amor eras vos diciéndome que no me querías lastimar.

Y el amor fue cada vez que lloré y maldecí haberte cruzado

Y el amor también es escribir esto una tarde de tormenta en la que no te puedo olvidar. 

VuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora