Dos personas, dos principios, dos historias y un mismo sentimiento.
Lo que parecía un trágico final, un ferviente deseo lo transformó en una segunda oportunidad. Algunas cosas pueden mantenerse por mucho tiempo y otras pueden durar tanto como un par...
Escuchaba una dulce melodía, detuvo sus acciones y giró su cuerpo hacia donde percibía el origen de ese canto.
─Y la vida se nos va sin darnos cuenta...─
Su mirada se posó sobre el cuerpo de su acompañante y se mantuvo estático, dejando caer su peso sobre la pala encajada en la tierra y dejando el agujero en el que estaba trabajando a medio hacer.
─Aun si despertamos de este sueño no...─
Sin apartar la vista de ella, la observó colocar flores en los montículos de tierra en los que anteriormente él trabajó.
─ Dejamos de la misma luz buscar...─
Tumbas. No se supone que deba de enterrar personas. Desvió la mirada y apretó la herramienta que sostenía en sus manos con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos.
─ Bajo del manto de estrellas siempre están...─
Si tan solo hubiera llegado horas antes. El protege... el protege, pero, cuando llegó ya no había nadie a quien proteger.
─ Las constelaciones junto a las sombras de ayer...─
¿De qué sirve tener el título del más fuerte si no puede hacer nada para lograr tan solo un pequeño cambió?
Una mano cálida tomó su puño sacándolo de sus pensamientos, estaba ejerciendo tanta fuerza que su mano comenzó a sangrar.
─ ¿Y qué piensas de todo lo que pasó?...─
La sensación cálida se mantenía cerca de él, sosteniendo su lastimada mano. Alzó su rostro cruzando miradas con los orbes más dulces y tranquilizadores que alguna vez creyó admirar.
No podía apartar la vista de esa mirada chocolate brillante y expresiva, de esas obscuras y tupidas pestañas que la adornaban, de esa piel tan tersa y esas pequeñas y tiernas marcas obscuras dispersas por su rostro que acababa de descubrir, de esos labios finos y rosados. Se encontraba hipnotizado por su belleza.
─ ¿A quién miras fijamente, dímelo?...─
No, se encontraba hipnotizado por su gentileza.
─ ¿A quién miras fijamente dímelo? ─
Abrió lentamente los ojos, un incesante sonido parecía aumentar el volumen hasta lograr traerlo a la realidad. Estiró su brazo y obligó a ese aparato a cesar el ruido que comenzaba a tornarse molesto.
Aun acostado en su lecho cerro sus ojos y los cubrió con el antebrazo de la extremidad que segundos antes detuvo al despertador.
¿Un sueño? No, un recuerdo.
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