(No) Baño

191 24 0
                                    

Si había algo que Yurio odiaba con toda su alma, eso eran los baños. No es que el pequeño rubio fuera alguien sucio, o tal vez sí, más bien sentía que era la mayor perdida de tiempo que había en su pequeña vida. 

Es decir, él sabía que debía pasar al menos unas dos horas tomando un baño. Dos horas que podía usar para jugar video juegos, jugar con Makka -el tonto perro que su tonto papá les había conseguido- o, aún mejor, para jugar con el extraño niño que se había mudado al apartamento de enfrente. 

De verdad, es que habían tantas cosas que podía hacer durante ese tonto, inútil baño.

-Yurio, tú realmente eres un pequeño cerdito

¿Qué?

Yurio miró a su papá Victor por dos segundos, un poco confundido al principio y luego molesto. 

-¡No lo soy!- gritó harto. ¿Por qué no podían entenderlo?

-Bueno, entonces deja que papá Yuuri te de un baño... o mejor, hazlo tú mismo, pero recuerda lavar detrás de tus orejas. - Victor lo miró con desinterés, también harto de la conversación. 

Honestamente, Victor siempre pensó que criar a Yurio era un reto constante. Era pequeño y serio, muchas veces no podía controlar su energía y se enojaba más de lo que debería al ser tan joven. Pero, porque siempre había un  pero, amaba al pequeño niño con todo su corazón; porque también era dulce, amoroso y sensible como un malvavisco. 

Y no podía negarlo, le encantaba discutir con su hijo. Aunque prefería los momentos en los que el niño cumplía sus deberes sin rechistar, el pequeño rebelde que lo miraba con furia era su hijo y lo amaba. 

Pero todo tenía un límite. Victor se consideraba a si mismo un padre permisivo y consentidor, él era el cómplice de Yurio la mayor parte del tiempo, mientras que su dulce Yuuri era el padre estricto. Entonces, cuando dos día atrás Yurio lo miró con esos ojos verdes llenos de inocencia y le pidió con la voz en un susurro que por favor le permitiera saltarse la hora del baño, él no tuvo otra opción que dejarlo hacerlo. Después de todo ¿qué tan malo podía ser?

Gran error, fue muy malo. 

Este era el tercer día en que Yurio decidía que debía saltarse la hora del baño y ya no podía continuar así. Su pequeño bebé comenzaba a apestar. Desafortunadamente para él, su Yuuri se había enterado que fue él en primer lugar quien le permitió a Yurio saltarse su baño y decidió abandonarlo en esta pelea. 

Sin embargo, no se había contenido y lo había amenazado muy seriamente diciéndole que si no conseguía que Yurio se bañara ese día, no habrían más baños de media noche para ellos ni obentos perfectos como almuerzo. Después de una amenaza tan seria no le quedaba de otra.

-¡Que no!- el agudo grito lo sacó de sus recuerdos. 

-Bueno, déjame ver. - fingió pensar, - Número uno, no te bañas, lo cual es algo horrible si me lo permites. Número dos, comienzas a apestar. Y si pensabas que hacer amigos era difícil antes, no puedes imaginar como será ahora. Así que estás sucio, hueles mal y no tienes amigos; quizás tengas razón, no eres un cerdito, eres un vagabundo. 

Los ojos de Yurio, antes más parecidos a una tormenta eléctrica, de pronto se llenaron de gruesas lágrimas. Y poco a poco los sollozos comenzaron a llenar el apartamento. 

Victor, quien hasta ese momento se encontraba intentando ponerle un suéter al pequeño Makkachin, dejó su labor al escuchar el llanto de su bebé. Y se golpeó mentalmente porque, obviamente, había sido muy rudo con su hijo. Aunque entiéndanlo, su pequeño debate había comenzado hace más de media hora. 

Familia Nikiforov-KatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora