Capítulo 1
"The Academy"Las grandes puertas de roble se cerraron a su espalda con un gran sonido seco, mientras que un enorme hall cubierto de distintos tipos de figuras talladas en mármol, le daban la bienvenida. Avanzó sujetando la correa de su mochila con fuerza, oyendo como el sonido de sus zapatos golpeando el suelo hacían eco con cada paso que daba.
El silencio reinaba en el lugar, como si allí no hubiera nadie más que ella. Eso la aterrorizaba un poco. Tanto silencio y tanta soledad, eso era algo que definitivamente no le gustaba.
Al final del hall se encontró con una puerta que al abrirla la dirigía a un pasillo extenso. El pasillo parecía volverse cada vez más y más largo. Con cada paso que daba y con cada metro que avanzaba, sentía como aquel corredor se iba alargando más y más, como si no quisiera que llegara a su objetivo. Pero finalmente lo hizo.
Otro par de puertas la recibieron. Sabía que detrás de ella la soledad que le había dado la bienvenida a aquel frío lugar desaparecería, pero además de aliviarla, eso la hacía sentir nerviosa.
No estaba segura de como comportarse en una situación como aquella, en un lugar como aquel. Era una academia única y sus alumnos eran los más sofisticados. A diferencia de los estudiantes que estarían allí, ella desde que tenía memoria se había dedicado a robar. Cuando era pequeña aprovechaba sus adorables ojos para distraer a las personas, mientras que su tía era la encargada de vaciar los bolsillos de la víctima. Luego, durante la adolescencia, pudo volverse más ágil y le resultaba muy fácil escabullirse entre las personas, mientras que huía de los guardias locales. Finalmente, llegados sus dieciocho años, con un cuerpo muy bien desarrollado, no le era difícil entretener por el tiempo suficiente a aquellos hombres que se morían por un poco de atención de una chica jóven y hermosa, mientras que luego de unos toqueteos inocentes a sus trajes, lograba obtener lo que quería.
¿Pero allí? Era la academia más prestigiosa, y ella lo sabía. Ni siquiera estaba segura de como había logrado entrar, sabía que muy pocos eran los "privilegiados" que lograban hacerlo. Por lo general eran hijos de familias muy adineradas, pocas veces se había visto a un chico de clase baja, o a una ladrona como ella, entrar en aquel edificio.
Por eso, mientras avanzaba por el gran vestíbulo, no le pasaron desapercibidas las miradas que muchos estudiantes le daban. Ella iba sintiendo como distintos pares de ojos la escaneaban por completo, intentando no perderse ningún detalle, tratando de leerla y descubrir cual sería su secreto oscuro que la había llevado a estar parada allí mismo.
¿Poderes? Sí, los tenía. Al igual que todos los chicos que estaban allí. Ese era el principal requisito para entrar a aquella academia. Eran pocos los benditos, como las personas comunes y corrientes llamaban a los jóvenes como ella. Cada uno de ellos tenían una habilidad y un poder que no sabían de donde aparecía, pero que pocas personas tenían el privilegio de obtener. Por eso, su deber y obligación era, como todo bendito, proteger a los humanos.
Hacía ya más de cincuenta años que las mismas fuerzas oscuras se encargaban de aterrorizar a los humanos. Los soldados de la noche, así era como se hacían llamar. Siempre atacaban por la noche, cuando las personas se encontraban en su estado más vulnerable, cuando estaban durmiendo y no se esperaban lo que el destino les deparaba. Así era como muchos niños desaparecían por la noche, y lo único que quedaba al día siguiente era el polvillo negro brillante sobre sus camas, formando una nube que espantaría a sus padres cada vez que quisieran intentar buscar a sus hijos. Pero eso no era lo único que hacían. Tomaban a humanos y los torturaban hasta que ellos rogaban por su muerte, o hasta que perdían la cordura. Saqueaban hogares y los prendían fuego cuando no encontraban algo que les resultara lo suficientemente satisfactorio. Nadie sabía cómo se veían, todos los que los habían visto se encontraban muertos, o estaban tan perdidos en su locura que no sabían lo que decían.