"Yo creo que, al morir, nosotros vamos al cielo nocturno para convertirnos en estrellas..."
Recordé sus palabras mientras estaba en camino a verla. Ella siempre pensaba en que se sentiría ser una estrella brillando en el cielo sin limitaciones, sin las reglas humanas.
Libre.
La conocí un día de primavera. El profesor nos juntó para hacer un trabajo. Hasta entonces nunca habíamos hablado, ni siquiera era consciente de su existencia. Pero me gustó la primera impresión que tuve de ella. Su corto cabello negro, sus ojos sinceros de un peculiar color morado, su piel clara como la porcelana, esos labios rosados y sus pequeñas manos sosteniendo su blog de dibujo. No era tan bonita como otras chicas que había conocido, pero era única.
Nunca olvidare sus infaltables cascos de color violeta y su tierna mirada. Aun conservo ese dibujo, el que hizo de mí. Era muy talentosa y sigo pensando que hubiera sido una artista muy famosa.
Gracias a ese aburrido trabajo de historia, logramos entablar una linda amistad. Ella era muy dulce, soñadora, sincera, sin filtros. Amaba escuchar antes de hablar y conservaba cierto aire misterioso que me encantaba. Sus ocurrencias eran únicas, hasta divertidas cuando se lo proponía. Era mi confidente fiel, podía contarle todo y ella también a mí.
Ella me ayudó cuando no podía superar mi pasado, a reconciliarme con mi padre y cuando no podía volver a tocar el piano, porque sí, toco el piano. No tardé mucho en enamorarme de ella. Recuerdo que logre darme cuenta de ello en el verano.
Me dolió mucho su partida. Ese día de septiembre en el que se mudó. Sus padres debían irse a otra ciudad a causa de su empleo y ella debía ir con ellos. Al pensar que no volvería, le declare mis sentimientos regalándole también algo muy preciado. Un beso, nuestro primer beso, junto con la promesa de reencontrarnos pronto y estar juntos por siempre.
La distancia me mataba. No podía esperar a volverla a ver, la ansiedad hacía mucho más difícil la espera. A pesar de escribirnos seguido, añoraba su compañía. El mes más difícil fue octubre, el primer mes separados. Al haberme acostumbrado a hacer casi todo con ella, hasta lo más mínimo me hacia recordarla.
Pero después no tuve tiempo para ello. En enero pasó algo inesperado, algo que cambiaria todo. Me diagnosticaron "Síndrome del Corazón Izquierdo Hipoplásico". Si, extraño nombre para una enfermedad. Pero, en resumen, eso quiere decir que una parte del corazón no se desarrolló por completo y, por lo tanto, lo único que podría salvarme seria un trasplante al corazón. Esto es algo que no se lo había contado, no quería preocuparla.
Pero tenía miedo, mucho miedo. Pero era porque pensaba que tal vez yo no lograría cumplir la promesa que nos habíamos hecho.
Tuvieron que pasar otros 8 meses para por fin volvernos a ver. Ellos finalmente regresarían y podría verla, aunque sea una ultimas vez. Acordamos vernos en nuestro café favorito y yo le tenia preparado un ramo de rosas purpuras. Además de ser sus favoritas, me encanta lo que representan, que es el amor a primera vista, y quería que supiera que me había enamorado perdidamente de ella.
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas Historias
Random- 𝘌𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘴𝘶𝘣𝘪𝘳é 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘢𝘴 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘪𝘱𝘰: 𝘥𝘦 𝘤𝘳í𝘮𝘦𝘯𝘦𝘴, 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘦𝘴 𝘰 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴 𝘪𝘯𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘮𝘪 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘴𝘧𝘳𝘶𝘵𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘱𝘰𝘤𝘰 𝘥...