𝟒𝟓 | 𝐈𝐍𝐓𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐏𝐭. 𝟒

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intacto ; cuarta parte


Me las arreglo como puedo para evitar algunas preguntas de las cuales no tengo ánimo como para responder. No se me hace muy difícil. Fue fácil decirle a Erwin que me he quedado hasta tarde escribiéndome con Nanaba y que no había dormido muy bien por ello. Incluso la rubia bromea sobre el tema, que Levi parece paranoico con todos.

Allí es cuando supe que era algo normal que Levi preguntara si algo no está bien con alguien.

—Si, es normal que él se preocupe.

—¿De verdad? —pregunto, aunque solo es para seguir la conversación y no dejar nada al aire. No es como si nunca me preocupara por mis amigos; sin embargo, la hospitalidad que ofrece Levi de la nada o el leve nerviosismo, no muy notorio, que presenta cuando una persona no lucía bien, me sorprende.

—Aunque no lo creas, se preocupa por todos. Es el papá del grupo.

Nanaba me contesta lo último y termino por reírme de eso. Ella se echa en el espacio libre del sofá, utilizando el sitio donde antes se sentó Erwin y coloca su cabeza cerca de mi cintura.

Ella bosteza. La pantalla de la laptop se apaga debido a la inactividad, otra vez. Pronto, Erwin se acerca para apagarla completamente y guardarla en su mochila.

Miré hacia un lado y una pequeña polilla que quizá entró por el balcón, da vueltas y vueltas alrededor de la lámpara de luz amarilla. Un manotazo la desvía de su posición original.

—Polilla fea.

—Nanaba, joder, me asustaste.

Estoy tan concentrada en las vueltas del insecto y el silencio en la sala que la voz del la rubia me hace dar un respingo.

—Mierda, anochece rápido.

—Una vez leí en un foro de internet que los días se acortan y nadie se percata.

—Fuente dudosa. Pero me deja pensativa —contesto a Erwin. Nanaba ahora tiene su cabeza reposando en mis muslos y, a mí parecer, está a punto de dormirse.

Mientras el rubio contesta algunos mensajes, mi vista se queda fija en el balcón. La noche llega junto con el frío. Me pregunto la hora en mi cabeza. El reloj que está colgado en la pared con sus delgadas manecillas no ayudan mucho a mi vista, pero puedo adivinar que está por ser las siete de la noche cuando Ymir sale de la habitación y con un movimiento de cabeza saluda a Erwin y va a servirse un gran vaso de agua en la cocina, para después regresar a su habitación.

De repente, Nanaba se incorpora en el asiento.

—Casi babeo en tu pantalón.

—¡¿Qué?! —exclamo para luego reír. Erwin emite un bufido que parece aproximarse a una risa.

Me levanto del sillón, restregando un poco mis ojos con mi mano, pues hasta hace un momento bostecé como dos veces y mis ojos se humedecieron por el cansancio.

—Ya se me hizo tarde. Voy a regresar a casa, mi batería acaba de morir —pronuncio mientras veo la pantalla oscura de mi celular.

—¿Vamos? —. Tras decir eso, el Smith bosteza. Asiento, aceptando ir con él. Nanaba se derrite en el sofá. Le pico las mejillas con un dedo para despedirme, pero ella solo sonríe con los ojos cerrados. Una vez abre los ojos, parece más animada, como si quisiese decirme algo en ese momento.

𝐘𝐎𝐔'𝐑𝐄 𝐒𝐎 𝐂𝐎𝐎𝐋  | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora