IV

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Esta es la mano de un amante desquiciado,

Es el pulso de un ser triste y explosivo, lleno de impotencia.

Duerme siempre, pero ha despertado y ha pedido la tinta,

Yo solo no soy capaz de contener el sentimiento que me provocas.

Me haces delirar, y ni siquiera lo sabes.

Tu nombre me condena a cambiar mis límites tolerantes,

Y, cariño, me siento como un loco obsesionado.

Te quiero libre, pero El Señor sabe que muero por encerrarte entre mi piel, siento una latente necesidad por plantearte mío como si de mi cuerpo se tratase. 

Te quiero estable, aunque por las noches me invada el impulso por introducirte en el caos que habita en mi pecho, aunque desee con todas mis fuerzas llevarte a mi desorden para que enloquezcas junto a mí. 

Y si bien he sido cuerda con mis decisiones, mi mente no da tregua de cordura. Me invaden los pensamientos y te observo de forma vívida en mi habitación; caminando de la mano con otra fémina, riendo por un nombre que no es el mío, susurrando sueños compartidos con otra alma, rozando los labios que son ajenos a mi existencia... y enloquezco. Mi cuerpo se oprime y mi cuerpo se tensa, la furia y la impotencia crean un nudo en mi garganta mientras que los celos hacen fuego en mis ojos. Y sabiendo bien que te he dejado yo, grito a tu fantasma que me perteneces, me levanto sólo para mirar a tu visión de frente y decirle que eres mío. Luego te ríes y me dices antes de desvanecerte que ha sido mi decisión. Entonces te esfumas y contigo se esfuman mis enojos, las gotas afiladas asoman por mis ojos para recordar mi humanidad. Me embriago en recuerdos para mantenerte vivo en mis memorias, pero tal como el aire, nunca es suficiente.

En este cuerpo sólo habita un alma egodistónica que muere porque se tome una decisión. 

La cordura quiere dominar en base a la razón, y el sentimiento anhela invadir a mi criterio con la necesidad. Y como nada está decidido me encuentro en un punto muerto, alejándote de mi existencia a gritos y amándote con desesperación en silencio.

Esta es la mano de un amante desquiciado, es la firma de una locura que mancha mi cordura. Y ya no sé cómo proceder, sólo sé que mi razón peligra y que todo este disparate se lo debo a tu recuerdo. 

-Ramos




Crónicas de un pulso tristeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora