Que la noche es fría y me asolan mis demonios, no es ninguna novedad. Solo yo, conmigo. Un espectro que camina entre las nieblas nocturnas, sin mayor certeza que la incertidumbre haciéndose presente en la oscuridad. Todo azar, todo casual; ninguna causalidad puede llenar los huecos que deja mi terror en este instante.
Sin saber cómo, me hallo frente a una grandiosa puerta, yo y un centenar más de personas. Menos aún, sé cómo lo han hecho ellos para hacerse con el control absoluto de un país en tan poco tiempo, pero desde luego parecen haber llegado para quedarse entre promesas de corregir la falta de civismo instaurado en lo más profundo de la sociedad, de la nación. Un Centro de Recapacitación, un centro de recuperación del espíritu o de retiro; así lo llaman y a uno me acerco paulatinamente. Y no hay pocos centros, no, ya que cada provincia cuenta con su delegación y centro. Dichos edificios pronto se han convertido en recipientes de personas inocentes, almas que buscaban el perdón y la condonación de sus supuestas deudas morales.
Hará unos cinco años, un grupo de personajes estrafalarios se personaron en ciertos eventos públicos y su mensaje, tan disparatado y lunático, fue captado inmediatamente por los mass media, los cuales no tardaron en hacerse eco de ello. Lo que nadie esperaba era que, lo que pareció comenzar como una broma de mal gusto o como el anecdótico resurgimiento de un pequeño brote reaccionario y fundamentalista, se convertiría en el canal por el que fluirían todas las corrientes ultraconservadoras que habían nacido con el malestar social de las sucesivas crisis acontecidas. Es más, como no podía ser de otra manera, fue rápidamente apoyado por la Santa Iglesia -amén de varios partidos políticos y organizaciones de similar tendencia ideológica-.
En cuestión de meses, los Hombres de Bien -como se hacían llamar- designaron a un representante único que acudiese en entrevistas en radio, televisión, debates, programas de actualidad... Si bien al principio era exhibido como un "mono de feria", su imagen comenzó a verse reforzada por el paulatino apoyo de algunos grupos y actores sociales en las redes de sociales. Su discurso no era otro que el de apelar al horror más extremo de la sociedad mediante el empleo de teorías de la conspiración, psicología barata, alarmismo, mensajes espirituales, el odio hacia la diversidad y una rancia nostalgia por "tiempos pasados". Claro, este discurso, junto con las falacias de autoridad, sus apariciones indolentes ante los intentos de los contertulios por ridiculizarlos, su impecable apariencia y trayectoria profesional; pronto atrajeron la atención de un gran grupo poblacional desesperado por encontrar un clavo ardiendo al que aferrarse, con tal de salvarse del mar de desasosiego y desesperación en que se había convertido su vida.
Algo que parecía divertido e inocuo en un principio, se convirtió en uno de los pilares de poder del país. Quizá en el más férreo y duro de todos ellos. ¿Qué hicimos el resto de la población, mientras tanto, para permitir que la situación llegase a tal extremo? Pecar en nuestro exceso de confianza teniendo a bien considerar que esos "fantasmas del pasado" no tenían cabida en la sociedad actual, que todos estábamos más que formados en la democracia y el estado del bienestar.
Nadie vio las orejas al lobo hasta que ya era tarde. De hecho, durante las intervenciones en las que Don José Manríquez de León y Castro atacaban directamente a las libertades y derechos sociales conquistados durante tantos años de progreso, aquellos que alzaron su voz para desenmascararlo fueron tachados de extremistas y apartados de los escenarios. Nadie pensó que, a estas alturas, hubiera personas dispuestas a ceder el control de su vida privada a un grupo de "sacerdotes trasnochados" que hablaban en nombre del "bien común" y de una "moral superior".
La incredulidad que nos producía contemplar el ascenso de los Ciudadanos de Bien en las esferas de poder o el cambio de tono presente en los mensajes de los medios de comunicación cuando hablaban de la institución y su irrupción en las esferas políticas como partido, fueron algunos de los elementos que dieron paso a nuestra rabia. En cambio, no existía ninguna voz unificada que representase a todos aquellos que contemplábamos atónitos la propagación y el calado de este revival ideológico tan hortera. Cuando se abrieron los Centros, la institución contaba con el beneplácito de una gran parte de los grupos políticos representados en las cámaras de poder. Ello se debía a que sus seguidores cada vez eran más fervientes a la hora de demostrar su apoyo a la institución, así como al hecho de que el dinero que recaudaban llegaba desde cualquier rincón del país.
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Los Ciudadanos de Bien
Mystery / ThrillerNo hace demasiado tiempo desde que se alzó un movimiento fundamendalista llamado: "Los Hombres de Bien"; menos tiempo ha pasado aún desde que el último ser querido de Ana fue ingresado involuntariamente en un centro de corrección. La lucha que tend...