Nadie quiere reconocerlo, pero desde que nos segregaron por sexos sabemos que este lugar tendrá poco que envidiarle al mismísimo Infierno descrito por Dante. Dar con la clave de la segunda agrupación que han hecho es más complicado, las integrantes de mi nuevo grupo tenemos poco en común en lo que respecta al plano físico o estético; y dado que aún no hemos tenido ocasión para hablar entre nosotras, tampoco tengo claro si se han basado en algún rasgo psicológico.
Los tonos grisáceos y negros inundan las estancias, no hay más color que el marrón de las escaleras de madera que presiden el hall del edificio en el que estaremos recluidas. Desde esa misma estancia se ven todas y cada una de las plantas superiores donde se ubican lo que creo que son las habitaciones. En mi módulo acabamos de entrar treinta mujeres mejorables de nuevo ingreso voluntario, también puedo constatar que el personal responsable de nuestra estancia es esencialmente femenino siguiendo con las lógicas ultraconservadoras.
No puedo asegurar si se debe a la sugestión en la que me sumerjo a causa de toda la situación o al ambiente del módulo, pero hay una sensación extraña suspendida en el aire; algo que se asemeja, casi con total exactitud, a una tortuosa y tensa calma que me genera ansiedad y desconfianza. Tal es la congoja ante las miradas de desprecio que nos propician nuestras guardias y la represión que se desprende de la estructura arquitectónica, que lo único que puedo hacer es disimular agachando la mirada y tratar de retener toda la información posible sobre el laberíntico camino hacia la salida.
No hay presentaciones, palabras de ánimo ni nada por el estilo, tan solo nos guían a través de un breve recorrido por el lugar. Afortunadamente, veo que no somos las únicas internas, sino que compartiríamos la estancia con otras tantas que se hallan en otros niveles de rehabilitación. Por norma general, las terapias voluntarias no duran más de dos semanas y ese es motivo más que suficiente para afilar la presión por encontrar a mi hermana que golpea mi pecho en cada latido del corazón.
A los pocos minutos de ser dejadas por las guardias y guías en la que nos hará las veces de habitación, las cuatro chicas con las que compartiré dormitorio comienzan a hablar sobre sus vidas. Entonces es cuando veo claro el punto en común: todas ellas viven -o han vivido hasta ahora- su sexualidad en libertad -o libertinaje en algunos casos- y, cada una por sus motivos, quieren corregir su comportamiento para integrarse plenamente en la nueva sociedad que nos toca sufrir.
En este instante, mientras escucho sus historias, rememoro los rumores que rodeaban a mi hermana durante la época previa a su detención y, cuando menos, se decía de ella que era una mujer promiscua... ¿Una mujer promiscua? ¿Por qué? ¿Por haberse negado al matrimonio? ¿Por haber tenido varias parejas? ¿Por ser dueña y señora de su cuerpo, de sus relaciones? La sangre hierve dentro de mí como si mis venas se hubieran convertido en acerco candente sobre el que se vierte la necesidad de gritarle a esas chicas que no tienen por qué renunciar a su forma de vida, que, muy al contrario de lo que les hacen creer con cada endiablado mensaje, no están dañando a nadie con ello ni hay un dichoso "bien común" que pueda verse afectado por los compañeros de cama que elijan a lo largo de su vida...
Trato de deshacerme de esa tensión revisando los cajones de la cómoda que me han proporcionado, llevándome una decepcionante sorpresa al comprobar que tengo que llevar una especie desagradablemente similar a los hábitos de las guardias. Mis cuatro compañeras parecen finalizar la ronda de presentaciones a la vez que nos cambiamos las unas delante de las otras, sin pudor alguno. Mi turno para presentarme no se hace esperar, obviamente no revelo que el propósito de mi ingreso fuera el de encontrar y liberar a mi hermana; cierto es que tampoco les miento cuando utilizo como excusa mi sexualidad para justificar mis deseos de mejorar como ciudadana. Parecen conformes con mi historial de delitos contra la moral y pecados varios, exceptuando a una de las más jóvenes, Marta, quien se acerca a mí antes de que salgamos rumbo al comedor.
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Los Ciudadanos de Bien
Misteri / ThrillerNo hace demasiado tiempo desde que se alzó un movimiento fundamendalista llamado: "Los Hombres de Bien"; menos tiempo ha pasado aún desde que el último ser querido de Ana fue ingresado involuntariamente en un centro de corrección. La lucha que tend...