CAPÍTULO CINCO

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Sábado, 05 de septiembre de 2020.

—¿Cómo has estado? —Pregunta la doctora Jones.

—Pues no estoy muerta. —Bromeo.

—No me gusta cuando juegas con la muerte. —Niega con la cabeza en desaprobación. —Deberías agradecer que tienes vida.

—Una disculpa, Stacy.

Le doy una enorme sonrisa mientras me acomodo en el sillón de una forma poco femenina. Ella sigue cada movimiento que hago mientras anota en su cuaderno. Cada que lo hace me da curiosidad saberlo.

—Así que, volvieron los dolores de cabeza.

—Sí. Y con más intensidad. —Hago una mueca.

—No has mencionados las pesadillas, ¿es que ya no las tienes?

—No lo sé. Procuro pasar la mayor parte del tiempo despierta. —Señalo mis pronunciadas ojeras.

—Lilian, no hagas eso. El que te quedes despierta lo empeora. Probablemente esos dolores de cabeza son consecuencia de esto.

Creo que es momento de informar que la voz de la doctora Jones es bastante suave y dulce, causando tranquilidad. La mujer debería grabar un podcast y me lo pondría cada noche antes de dormir.

—Tienes que hacerles frente. Así será más fácil encontrar la razón de estas.

—Mejor hay que resignarnos con que nunca recordaré mi pasado y no podrás ayudarme con mi presente.

—Definitivamente no. Este tipo de casos lleva tiempo. Solo necesito que vuelvas a dormir, y trates de enfocarte en esas pesadillas.

—No puedo. —Mi voz tiembla, trago saliva intentando recomponerme. La doctora debe darse cuenta, ya que se levanta y me entrega un vaso de agua.

Ella no vuelve hablar, está esperando a que yo lo haga.

—Tengo una nueva amiga. —Digo tratando de alejar el tema de las pesadillas.

—Oh, me parece bien. Al fin te animaste a probar con más personas. Cuéntame, por favor.

—Se llama Khadijha, pertenece a la nueva familia que se mudó al pueblo. —Murmuro.

—¿Cuál es la razón que aceptaras convivir con ella?

—Mhm. Me siento bien a su lado, resulta cómodo.

—No sabes cuánto me alegra. —Me regala una enorme sonrisa.

—Daniela también parece feliz por eso.

—Oh, por lo que me has contado, ella parece ser buena amiga. —Dice mientras escribe en su cuaderno. —Me preguntaba, si tienes mucha confianza con ella. ¿Por qué no le cuentas lo que te pasa?

—¡No, eso jamás! —Me incorporo con rapidez frunciendo el ceño.

—Lilian, no es muy sano que cargues sola todo esto. Estoy segura de que Daniela lo entendería y apoyaría. —Niego con la cabeza precipitadamente. —He permitido que no se lo cuentes a tus padres. Pero creo que ya es momento de que lo sepan.

Me levanto de mi lugar con rapidez mirándola mal. El vaso cae al suelo regando la poca de agua que contenía.

—¿Por qué no quieres decirlo? —Pregunta ella con demasiada calma, ahora irritándome.

—¡No quiero que sepan que soy débil! —Grito exasperada.

—No. Eres. Débil. —Pronuncia con lentitud.

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