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La lluvia resuena en el techo de madera y el fresco aroma invade el ambiente del espadachín, quien recostado en la superficie hecha de Sugi, ve como caen finos hilos de agua por las pequeñas goteras.
Con botella en mano, continúa haciendo su rutina diaria de beber apenas anochecía. Beber y beber, hasta dormir.
No había sido más de cuatro meses de la pérdida, que Yasuo sentía el mismo gran pesar en su corazón. No despertaba, ni dormía sin pensar en como se había arrebatado, él mismo, lo que tanto amaba. Era, sin duda, imperdonable el mortal acto hacía su compañero de vida, hacia su hermano, hacia su...
Negándose a pensar un minuto más, cerró sus ojos y sin dilaciones, descansó de la vida terrenal.

Pétalos rosados que suavizan el camino del hombre, decoran un jardín lleno de árboles y lagos. Una dulce gama de rosas, celestes y blanco en todo el escenario. Yasuo examina un poco más, aquel ambiente es tan relajante, y la calidez del Sol, a la mañana, inigualable para el hombre de castaña melena. Repentinamente, un eco sonando en la nada, comienza a melodiar el jardín.

"Hermanos, espada contra espada
Hablan solo a través del choque del acero"

Aquella masculina voz tan reconocida para Yasuo hizo que su corazon punzara, su pecho dolía en demasía.

─¿Yone?─ susurra el hermano menor con temblor en su dicción.

"Corazones atados y silenciados
Perforados, atravesados, sangran..."

La voz empieza a sonar lejana, y eso aterra más a Yasuo. Teme no volver a escuchar, teme volver a perder.
Intenta seguirla por donde sus instintos lo guían, y camina desesperadamente hacia un lago lleno de los suaves pétalos rosados.

"Mueren a manos de otro."

Yasuo roza con las yemas de sus dedos su pecho, se vuelve desgarrador. Escuchar su voz, pero no lograr verlo; sus ojos se cristalizaban en un intento de no quebrar por completo.
Cuando se dirige hacia el lago para limpiar su rostro con la lustrosa agua, cuando está por ver más que solo su reflejo, El Imperdonable despierta.

Cerisier ︱YasuoYoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora