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Cuando Jungkook decidió invitar a su enamorado a salir en una cita, pensó en una salida divertida y con un día soleado, pero sus planes se vieron truncados por una repentina lluvia que cerró todos los lugares posibles.

Se sintió la persona más desafortunada del mundo al notar cómo su enamorado parecía a punto de resfriarse, envolviéndose más con la sudadera que Jungkook le había regalado para protegerlo del frío.

Con una gran disculpa, Jungkook acompañó a Jimin de regreso a casa, aunque la lluvia había disminuido, todavía podía sentirse un frío asombroso con las gotas de lluvia empapando sus rostros.

Jimin quiso ofrecerle entrar a su casa para resguardarse, pero Jungkook ya estaba caminando de regreso a su hogar con su camiseta blanca empapada y una expresión derrotada en su rostro.

Al llegar a casa, Jungkook se sentó en las escaleras de la entrada, sin ánimos de entrar, llorando desconsoladamente mientras se abrazaba debido a la fría brisa que se colaba en todo su cuerpo. Se repetía miles de veces que Jimin no se fijaría en él, a pesar de no recibir ningún reclamo por parte del chico.

La puerta fue abierta suavemente, logrando que Jungkook girara de forma sorpresiva.

—Mamá...

—Cariño, que bueno que llegaste, entra para abrigarte. —su madre no lo admitiría, pero ver a su pequeño llorando desconsoladamente mientras se moría de frío rompió su corazón, sabía que la cita no había salido bien.

Trató de darle espacio, pero al ver que su llanto no paraba, decidió intervenir, no quería que su hijo sufriera más de lo necesario. Así que, con la garganta llena de nudos y los ojos inundados, se armó de valor para abrir la puerta y poner su mejor sonrisa, lista para brindarle todo su apoyo incondicional.

—Solo fue el clima, estoy segura de que podrás invitarlo a salir nuevamente... —acarició el cabello de su pequeño recién bañado, decidió consentirlo y secarle el cabello con su secadora, logrando provocar un ambiente muy apto para dormir en el regazo de su madre.

—No quiero volverlo a intentar sinceramente, tengo miedo...—confesó desde lo más profundo de su alma, se aferró a su manta calientita antes de cabecear inconscientemente.

El corazón de su madre se detuvo por un momento, esas palabras la terminaron de desmoronar, pero con mucha fuerza de voluntad se mantuvo firme para que su hijo siempre tuviera un lugar donde apoyarse.

—Buenas noches, descansa. —besó cada una de sus mejillas y lo arropó como su instinto maternal dictaba, su hijo había caído dormido tan pronto encontró la paz que buscaba.

Su madre se quedó despierta un rato más mientras lo admiraba dormir, desde pequeño solía tener pesadillas y su forma de calmarlo jamás cambió.

Tal vez su hijo sentía lástima por haber hecho pasar el peor día de su vida a su enamorado, a su parecer los primeros amores siempre eran los más difíciles, pero sin lugar a duda los más encantadores.

Sin muchas opciones que tener, pidió al universo que no saliera lastimado en cualquier decisión que tomara ese chico por el cual su hijo estaba perdidamente enamorado.

A la mañana siguiente, su madre se encargó de sacar temas nuevos para el desayuno, evitando así que Jungkook se deprimiera tan temprano. Ese domingo en la tarde tenía un taller de actividades de arte, donde iban algunos chicos de su clase, entre ellos, Jimin.

Realmente no sabría cómo afrontarlo, su madre le brindó su apoyo en la decisión que tomara, ya fuera quedarse en casa o enfrentar sus problemas.

Pero la decisión quedó en el aire cuando el timbre de la casa fue tocado abruptamente. Ambos integrantes de la familia se miraron desconcertados, siendo apenas las ocho de la mañana, no entendían por qué tan temprano la visita.

Seven Days 《Kookmin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora