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El día siguiente dio un giro inesperado al que Jungkook todavía tenía que acostumbrarse. Ni siquiera se había puesto de acuerdo con su novio para llegar juntos y aún así las noticias corrieron rápido. Recibía miradas cada tanto en el lugar que fuera, en la entrada de la preparatoria, en los pasillos y hasta fuera del gimnasio.

Desde temprano en la mañana, ya se sentía ansioso por el entrenamiento de esgrima y eso le ponía los pelos en punta. El sol brillaba en el cielo, y el gimnasio estaba listo para recibir a los jóvenes esgrimistas.

La entrenadora, con su mirada penetrante, llamó a todos los esgrimistas al centro del área de práctica. Jungkook se unió al círculo con determinación, intentando ignorar los cotilleos de los alumnos afuera del gimnasio.

—Bienvenidos al entrenamiento de hoy —dijo la entrenadora con voz firme—. Les advierto desde ya que seré exigente, no espero menos que su máximo esfuerzo.

Jungkook asintió con seriedad, recordando las palabras de su madre sobre dar lo mejor de sí mismo. El entrenamiento comenzó con ejercicios de calentamiento, y Jungkook se enfocó en cada movimiento para preparar sus músculos y reflejos.

Pasaron a la práctica con espadas, y Jungkook se enfrentó a varios compañeros en duelos simulados. Sin embargo, su rendimiento no era el que esperaba, y la entrenadora no dudó en corregirlo.

—Jeon Jungkook, no dudes, ataca —gruñó la entrenadora, y Jungkook sintió una punzada de frustración.

Sus nervios se convirtieron en molestia, y Jungkook soltaba grandes maldiciones después de cada punto perdido. Se tomó un breve descanso para enfocarse y analizar a su contrincante con detenimiento. Sabía que necesitaba esforzarse más si quería ganar.

—¡Set! —Enfocó toda su atención en la espalda del contrario con el corazón acelerado.

—¡Pre! —Los movimientos fluidos de su contrincante eran evidentes, pero Jungkook encontraría una oportunidad.

—¡Alé! —Tan rápido como dieron la afirmación para salir a combatir, Jungkook atacó, olvidando momentáneamente su defensa, y tomando así desprevenido al contrario, anotando el punto que necesitaba para ganar el combate.

Con una mezcla de emoción y alivio, Jungkook se quitó la máscara protectora y gritó desde el fondo de su garganta. La victoria le dio un impulso de confianza y satisfacción.

Al finalizar el entrenamiento, la entrenadora reunió nuevamente al grupo y los felicitó por su dedicación. Jungkook sonrió, sintiendo orgullo por su mejora.

—Hoy han demostrado que tienen potencial y determinación —dijo la entrenadora con una sonrisa satisfecha—. Pero esto es solo el comienzo, Jeon Jungkook, muy bien, no dudaste.

Después del entrenamiento, los esgrimistas se retiraron para descansar. Jungkook sabía que necesitaba seguir entrenando para mejorar aún más. Aunque había logrado una victoria, aún tenía mucho por aprender.

Con algo de prisa, Jungkook se secó el rostro con su toalla mientras se dirigía hacia el edificio de segundo año donde se encontraría con su chico. Aunque el entrenamiento había sido agotador, estaba decidido a seguir esforzándose para alcanzar sus metas en la esgrima y sin duda alguna tendría que empezar a acostumbrarse a esas miradas.

Después de esperar a que terminaran las clases, Jungkook se ofreció a acompañar a Jimin de regreso a su casa mientras charlaban acerca de la escuela y el entrenamiento de esgrima.

—Nunca escuché tu nombre en el equipo de esgrima, Jungkook —comentó con gracia su novio.

—Es mi primer año, estoy tratando de hacerme espacio —se quejó débilmente con un puchero adorable. —En mi otra escuela, decían que era un niño prodigio pero acá no hago más que perder, supongo que es tu culpa.

Seven Days 《Kookmin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora