Infernum. ~Sett x Aphelios~

Zmysłowy

Sensual.

—Entonces... seré un mesero más...— sinceramente, no era lo que pensaba, ni si quiera hubiera podido imaginarlo, ¿qué tan difícil podía ser?. —Está bien... prometo no decir nada y dar mi mejor esfuerzo.

—Bien, tenemos un trato entonces...— dijo y bajo del auto para dar la vuelta completa y abrir la puerta del contrario para que este bajara. —Ven sígueme y no digas nada.— para suerte del pelirrojo, Phel era experto en eso.

Entraron al lugar, el cual estaba cerrado pues la actividad comenzaba en la tarde-noche, solo se encontraba el personal de limpieza y Varus, quien había sido llamado para un trabajo extra.

El pelirrojo se acercó al peliblanco, y este le miró a él y después al chico, concluyendo así lo que estaba por pedirle.

—¿Uno nuevo, señor?— susurró dirigiéndose a su jefe.

—Uh... si, solo estará aquí de mesero, quiero que le enseñes todo, es muy inexperto en los trabajos así que... tenle paciencia.— Rascó su nuca y tomo de los hombros al chico e hizo que diera unos pasos al frente. —Su nombre es Dei, lo dejo en tus manos, cualquier cosa, estaré en mi oficina arreglando algunos papeles, ¿Bien?— dijo, miró al pelinegro, dándole a entender que estaba bien no dar su nombre real, pues aún podrían estar siguiéndolo y sería peligroso.

—Si, señor, yo me encargo.— hizo una pequeña reverencia con la cabeza y miró a Phel. —Ven, váyanos a la barra, te explicaré todo lo que necesites saber.

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Sett no era tonto, estaba consiente de la situación, por eso había dado un nombre falso, aún si fuese gente de su confianza, no podía arriesgarse.

Su celular comenzó a vibrar, sacándolo de sus pensamientos.

—¿Hola?— dijo después de haber contestado la llamada.

—Sett, soy yo, Thresh... tengo información útil, ¿te parece si nos vemos ahora?— escucho la voz del otro lado de la línea.

—Bien, estoy en mi oficina ahora mismo, te esperaré.— accedió y después de despedirse, colgó el teléfono y se quedó mirando hacia la gran montaña de papeles... ¿por qué estaba tan ansioso? La verdad... la respuesta era fácil, quería saber ya un poco sobre la vida del pelinegro. No sabe que esperar del mismo y ese sentimiento hace que la ansiedad se convierta en bruma.

Escucha como tocan la puerta, sabe de quien se trata así que lo invita a pasar con un ronco "Adelante" y el hombre detrás de la puerta obedece y entra, cierra la misma y se sienta en la silla frente al escritorio.

—Bien, sin rodeos, cuéntame lo que has descubierto— dijo apoyando ambos codos sobre el escritorio, prestando su total atención al peliverde.

—Pues, el chico proviene de una secta, la cual se hacen llamar los Lunari, como me habías dicho, adoran a la luna.— explicó y al jefe realmente no le sorprendió esto. —Sabemos que la luna tiene su contraparte: El Sol, y este también tiene un grupo de fanático que se hacen llamar: los Solari... y bueno, ya te imaginarás que estas dos sectas no se llevan muy bien que digamos...— prosiguió. —Bueno, ese no es problema aquí, el problema se dio cuando los Lunari comenzaron a usar diferentes plantas con propiedades únicas para realizar rituales e incluso venenos potentes y mortales, la familia de tu chico era de las más conocidas por fabricar estos venenos y menjurjes, por lo que tenían tanto clientes como enemigos...