-9-

89 21 28
                                    


Algunas muecas se formaban en su cara conforme iba sacando las espinas de su cuerpo y ropa. Dolía, y algunas dejaban marcas o incluso, sangre. No importaba cuántas sacara, siempre parecía que habían más.

Ya era de noche, por lo que no podía ver mucho. Tenía que palpar algunos sitios de su cuerpo para saber si había algunas espinas u hojas.

-Que idiota soy. Cómo se me ocurre tirarme a un rosal. Y no hablemos del "Yo no". Con razón la gente se aleja de mi. - Hablaba para si mismo en susurros, con la cabeza agachada. No quería que algún metiche oyera sus desgracias. - Error tenía razón, no soy más que un idio--

Estaba tan perdido en sus pensamientos y concentrado un quitarse una espina enterrada en medio de su dedo pulgar que no había prestado atención a la persona que estaba frente a el.

Igual que la primera vez, cayó encima de alguien. Para evitar hacerse más daño, apoyo las manos en el suelo como un soporte. La idea que había ejecutado no fue la mejor. La espina se había introducido aún más en la yema del dedo, ocasionando que emitiera un grito fuerte y un tanto chillón.

-¡Duele! Lo siento, no quise tirarte al suelo. En estos momentos me gustaría ser una poco menos distraído. -Algunas lágrimas se asomaban en sus ojos. Con vergüenza en el rostro, levantó un poco su cabeza.

-No te preocupes. Creo que yo debería estar un poco más atento. Debería haber avisado que estaba aqui. -Ccino dejó las bolsas que llevaba en el suelo y ayudo a Ink a levantarse. Sacó un pañuelo y se lo entregó.

-¿Ccino? Encerio lo lamento mucho, no debi haberte tirado. Estaba concentrado en esta espina... Un segundo... -Toco un poco su dedo, el ardor provocó que sus ojos se cerraran -¡Ugh! Por algún motivo el mundo está en mi contra hoy. No quiero molestarte pero, ¿No tienes algunas pinzas?

-En estos momentos no. Pero hay algunas dentro. Sígueme.

La luz iluminaba fuertemente. Pero no lastimaba los ojos. El interior cuando estaba vacío era lindo, habían detalles que no había notado la primera vez. El techo y paredes eran de un tono crema; uno más oscuro que el otro. Al igual que los manteles y alfombras; estás tenían unos detalles marrón. Lo primero que pensó Ink, fue que su amigo tenía una extraña adicción al color crema, pero pese a eso, resaltaba muy bien.

Detrás del comedor, estaba la cocina, oculta tras una pared. Ink se sentó en la isla que había en el centro. Todos los electrodomésticos eran nuevos, o a lo mejor estaban bien cuidados, ya que brillaban y no tenían raspones. Esperó, hasta que Ccino volvió con unas pinzas en las manos.

-Estas las usamos para añadir algunos detalles en el café o en los postres. No son especiales para tratar heridas, pero espero que te sirvan.

-¿No te las ensuciaré? No quiero que compres otra solo por una espina.

-En primer lugar, no es solo una espina. Esa herida se puede infectar y no quieres saber lo que pasará después.

-¿Qué pasará después?

-No lo sé. Pero por esa razón no quieres saber. Y segundo, tenemos un máquina de esterilización al otro lado de la cocina. ¿La vez? Entonces se arreglará fácilmente.

-Ok. Gracias. Si tienes algún problema, no dudes en contar conmigo.

-Claro. -Acomodó la pinza en la herida -¿Estás listo?

-Si, pero. ¿Tu sabes cómo hacer esto?

-No. Pero veremos qué tal sale.

-Claro. Espera... ¡No no no, para!

-No, a la una.

-¡No! Ccino, detente.

-A las dos.

A través de una pantalla [Errorink] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora