Prólogo

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El olor a café recién hecho inundaba por completo la casa, los aromatizantes baratos que el hermano de Dharani compraba se veían completamente opacados por el olor a café.

Había sido un día bastante duro para ambos chicos, días anteriores se expusieron a discusiones que provocaron un retraso en la presentación de sus exámenes y ahora se veían envueltos en una situación que los obligaba a presentarlos al día siguiente, por lo que necesitarían de una noche de estudios. Ambos estaban decididos a apoyarse mutuamente para asegurarse de no bajar el porcentaje de sus notas, o se verían obligados a deber materias, cosa que ninguno de los dos quería.

Ella, cansada de todo, tomó una taza y vertió un poco del líquido sobre esta para después beber un poco y sentirse relajada casi al instante. Cerró sus ojos y suspiró de manera suave provocando que el vapor que emanaba su bebida llegara ligeramente al rostro del chico.

—No me cabe duda que lo que más amas es eso —dijo señalando con un leve movimiento la taza que la chica tenía entre sus manos

—No puedes negar que no hay nada mejor que un café para estudiar tranquilamente —abrió los ojos lentamente y lo miró con una sonrisa en el rostro — ¿o te atreverías a cuestionar mi sabiduría? —le retó

Edward le regaló una sonrisa de lado, y observó como la chica volvía a cerrar sus ojos mientras disfrutaba el olor a café y permitía que éste entrara por sus fosas nasales y alertara todos sus sentidos, pero sin llegar a alterarla.

El chico dio media vuelta y avanzó a pasos lentos hacia la ventana para observar las luces de la ciudad que iluminaban la noche pero sin opacar la belleza de la luna, era una vista hermosa, el departamento era lo suficientemente alto como para ver una gran parte de la ciudad y lo suficientemente bien ubicado para disfrutar de una vista cercana al coliseo Romano.

—Nunca creí decir esto, pero he encontrado algo que supera por mucho al café —Dharani abrió los ojos de golpe y lo miró incrédula, pero él no lo supo ya que continuaba dándole la espalda para seguir mirando por la ventana —a decir verdad es... algo mucho más bello, aún más que esta magnífica vista —el chico se giró y se encontró con la mirada de su acompañante —es... algo como un tipo de café, pero no uno cualquiera, es uno que es tan difícil de encontrar y aún más difícil de mirar tan descaradamente como yo lo hago —caminó a pasos lentos y se acercó peligrosamente a la chica —es un tipo de café que te quita el sueño.

Ella parpadeó varias veces y tragó saliva para controlar su nerviosismo

—Todo tipo de café te quita el sueño, es algo normal.

—La diferencia es que el que encontré no es necesario de consumir para enamorarte de él —tomó delicadamente la mano de la chica y posó sobre ella un casto beso —amo los granos de café, confieso que me vuelven completamente loco, especialmente cuando los miro en ti.

— ¿En mí? —cuestionó confundida a lo que él se limitó a asentir.

—Tus ojos me recuerdan lo bello que es el mundo y lo hermoso que es cuando la tierra finalmente nos da sus frutos.

—Mis ojos son comunes ­—susurró la chica.

—No —negó él con la cabeza —tus ojos son especiales, me recuerdan a dos granos de café, que salen de la tierra, crecen, son cosechados y se convierten en la bebida más deliciosa del mundo —unió su frente con la de ella y cerró los ojos —para mí tu representas todo el proceso para hacer café, eres mis granos de café —abrió sus ojos y conectó su mirada con la de ella —y a mi encantan los granos de café.

Granos de CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora