-Me encanta quitarte la soledad- le dijo, recorriendo su piel efervescente con la yema del dedo y deslizándose hacia abajo lentamente.
Ella cerro los ojos, sujetándose de la fría sabana y con los labios apretados y el cerebro ensimismado, no encontró las palabras en su cabeza para responder a eso. No sabia si era una burla, o un comentario sarcástico, o si en verdad a el le gustaba estar ahí haciendo lo suyo. Opto por guardar silencio y abstenerse a pensar con los sentidos. Estaba sola, eso era obvio, estaba sola y cada vez que las ráfagas del frió invernal le revolvían el cabello era aun mas tangible el espacio vació que había entre sus dedos.
Asi pasaron los minutos, entrelazados y enredados, desentendiéndose y olvidándolo todo, mientras el le contaba historias con cada beso, y mientras sus labios se movían linea por linea, acabando con un punto y empezando de nuevo con la lengua. Era como una pesadilla de la que no quería despertar. Cuantas veces no había por las noches recordado cada movimiento cauteloso, cada memoria dactilar aun escondida en su subconsciente y cada vez era mas difícil ser exacta. Aun recordaba vagamente el aroma a canela y madera quemada y el sabor dulce y húmedo de su carne. Pero este era completamente diferente, no mejor ni peor. Solo un sentimiento recto y sin bifurcaciones, un camino sin baches ni pasadizos, un sentimiento bestial y puro. No sabia ni si a sentimiento llegaba. Y recordó un pasaje que había leído del libro "Memorias de mis putas tristes" del Gran Gabriel Garcia Marquez que decía: "El sexo es el único consuelo que nos queda cuando el amor no nos alcanza". Pero a ella no le alcanzaba ni para amor, ni para sexo ni para una simple mentira mas.
Yvaine absorta en sus pensaientos, se dió cuenta de pronto que la sábana se sentía húmeda debajo de su entrepierna y con ligeros espasmos retiró suavemente la cabeza de aquel tipo.
-¿Que tal?-Le preguntó irguiéndose, sonriendole juguetonamente y con los ojos ardiéndole de lujuria.
-Estuvo bien...-titubeó Yvaine mientras buscaba desesperadamente las bragas que habían desaparecido quien sabe donde.
-¿Solo bien?- insistió el chico acercñandose a su cuello y quitando un mechón de cabello, depositó un beso cálido detrás de su oreja.
Yvaine no pudo más que sonreir y besar sus labios húmedos una vez más. -Increible- le susurró al oido y la respuesta por fin lo dejó satisfecho.
Charlie se tumbó desnudo en su cama atercipelada y prendió un cigarrillo. Exhalaba bocanabas de humo que se convertían en aros danzarines en el techo. Yvaine porfin vestida se quedó observándolo y se preguntó como era que alguien podía ser tan transparente. Él era siempre tan seguro de si mismo, tan relajado. Siempre tenía todo bajo control, incluso a ella. Pensó que era hermoso con su cara de facciones suaves y varoniles y sus ojos marrones tan intensos. Su cabello oscuro caía en mechones desordenados y una sonrisa se esbozaba en sus labios agridulces.
-Ven, abrazame- le dijo.
-Ya es tarde, creo que tengo que volver- Yvaine estaba nerviosa, no podía estar en aquel cuarto un minuto más.
-No es una pregunta, ven.
Lentamente la jaló del brazo y la acercó a sigilosamente a su cuerpo innerte y vibrante.
Yvaine lo abrazó tiernamente y se dio cuenta que más que sentirse protegida entre sus brazos, se sentia muy vunnerable. Ya no quería estar ahí. Ese cuerpo extraño y ese olor entremezclado a tabaco y libros viejos solo lograban marearla.
Pero el no la soltaba, parecía que estaba en una especie de trance, sin abrir los ojos y la colilla del cigarro yacía apagándose en la raida alfombra. Yvaine pensó que se estaba quedando dormido. Solo se oía el lento sonido de su respiración.
-Charlie...¿Me puedes llevar ya? Tengo que regresar, ya casi es de noche- le preguntó por segunda vez.
Pasaron lo que pudieron haber sido días, minutos o segundos cuando finalmente el muchacho, sentándose en la esquina de la cama y con la voz más fría que ella hubiera escuchado jamás le respondió:
-¿Por qué viniste en primer lugar, si ibas a estar gimiendo el nombre de otro mientras estabas conmigo?- y diciendo esto, salió de la habitación dejando a Yvaine completamente pasmada y confundida mientras gruesas gotas comenzaban a golpear el ventanal.