El flautista de Hamelin

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Esta historia esta escrita como regalo a una persona muy especial a la que yo quiero y admiro mucho. Sasu-chan espero que te guste.
Hay una sorpresita en el último capitulo que se te gustará pues mi objetivo era darte el gusto de ver a ese que tanto odias pasarla mal, espero que sepas de quién hablo  LysandroLoret



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Existe un pueblecito rural en lo más intrincado de la Alemania, con apenas mil habitantes. Dicho pueblo contaba únicamente con una iglesia, un pequeño ambulatorio y un cementerio en medio del bosque que pertenecía a la mencionada iglesia. Recibía visitantes al menos uno o dos por año , por lo cual un forastero era de notar al instante. Como pueblo al fin los pobladores de dicha ciudad eran personas sumamente ignorantes y susceptibles a rumores y supersticiones, temiendo de cada evento de la naturaleza como obra de de algún ser del más allá. Este pueblo en medio de la nada era conocido por sus pobladores como Hamelín.

En dicho pueblo empezaron a darse caso de desapariciones de niños todos los años. Los infantes desaparecían por las noches de sus casas para nunca regresar en desdicha de sus padres.

Un joven periodista de la capital hizo oídos de estos sucesos por parte de algún viajero que se había pasado por la cuidad y escuchara de entonces de los propios pobladores como en cada Festival de la cosecha los niños entrados en la edad de los cinco a trece años desaparecía por las noches. Motivado por la curiosidad y su instinto periodístico el joven realizó un viaje a dicho pueblo.

El joven llegó una mañana a la cuidad de Hamelín, el cielo apenas se matizaba con los primeros rayos del amanecer y una espesa neblina característica de la humedad de esa zona cubría en casi su totalidad las calles del lugar. Fría y húmeda mañana de octubre el día de su llegada a Hamelín.

Caminando por las calles del lugar observaba a los lugareños iniciar su faena con la apertura de los pequeños comercios que formaban parte del único mercado de la cuidad.

Había llegado allí por sus propios medios, un superior le había conseguido una cita con el alcalde de la cuidad como favor especial y hacia allí se dirigía en esos momentos.

El ayuntamiento no era más que un edificio de apenas dos pisos (las otras edificaciones sólo contaban de un nivel) donde vivía el alcalde y su familia. Un hombre llamado Fugaku era el que fungía como alcalde.

Detuvo su paso viéndose frente a su destino, en todos sus años como periodista había cubierto todo tipo de noticias que para bien o para mal (la mayoría bizarras y traumaticas) le habían hecho adquirir un temple envidiable para un joven de su edad, pero desde que oyó hablar de Hamelín su cuerpo cosquilleó y vibró intensamente en señal de que una historia como nunca antes le esperaba.

"Hamelín , todos sus secretos serán desvelados" pensaba el joven mientras entraba al ayuntamiento para su reunión.

Al llegar dentro se encontró con una joven muchacha de apenas diecisiete o dieciséis años más o menos en la recepción a la cual le dio su nombre y el de la persona que le había enviado allí.

—El señor alcalde le recibirá joven en unos momentos.

—Gracias.

Se sentó a esperar por varios minutos que bajo el efecto de su euforia por descubrir algo le parecieron horas.

La puerta del despacho del alcalde se abrió y dos personas salieron de ellas, un hombre de entrados cuarenta años y el otro algo más joven con ropas que el periodista supuso se trataba de alguien de la iglesia.

Espero un poco que terminaran de hablar, por las sonrisas y apretones de mano que compartían se notaba la buena relación de la iglesia con el ayuntamiento... era de suponer, la iglesia era el mayor régimen de su actual sociadad.

—Estaremos encantados de que usted presida este año también el festival anual de la cosecha —le escuchó decir al alcalde sin proponerse espiar, pero estaba acostumbrado a fiarse tanto de su oído que no pudo evitarlo.

El padre que se notaba bastante joven para tal cargo le agradeció al alcalde y con una sonrisa disimulada se marchó de allí.

—Señor alcalde —dijo el periodista llamando la atención del jefe del pueblo —Yo soy el enviado de la capital para cubrir la noticia de las desapariciones, mi superior Obito le informó de mi viaje.

El hombre pareció meditar unos momentos tratando de recordar algo que no sería fácil de olvidar puesto que no eran muchas las veces que recibían pedidos así.

—Ahh ya recuerdo —dijo —Vamos a mi despacho allí podremos hablar.














***














El periodista retomaba su caminata por el mercado, cuando pasaba el mediodía luego de su para nada reveladora charla con el alcalde. No había obtenido mucho que no supiera ya, pero su instinto le gritaba que tenía mucho por desvelar y que el alcalde estaba ocultando algunas cosas.

En su paseo conoció a varios de los ciudadanos a los cuales trató de sacar alguna información directamente, pero no obtuvo más de lo que ya sabía.

Decidió por alquilar una habitación en la pensión del pueblo por sugerencia del alcalde, la cual aceptó enseguida ya que necesitaría un lugar para organizar sus ideas mientras investigue.

Recostado boca arriba en su cama rememoraba lo que ya sabía de las desapariciones de niños.

Cada año justo el último día del festival de la cosecha cuando todos los adultos están festejando y de regreso a su casa descubren que sus hijos han desaparecido dejando en su lugar una muñeca con similar aspecto al niño desaparecido.

Los aldeanos lo creen obra de algún ser sobrenatural que se roba a las criaturas en su edad más pura antes de ser corrompidos por la vida. No estaban muy equivocados.

Era creencia de ese tiempo de los niños al cumplir los trece años, varones para ser específicos se debían iniciar en los placeres carnales mediante un ritual donde se escogería cualquier muchacha en edad fertil para ser usada.

Pocas eran las ciudades que seguían esas arcaicas tradiciones pero Hamelin era una de ellas.

Sumido en sus pensamientos el muchacho cayó rendido profundamente.

En la oscuridad de la noche una melodía suave se escuchó en las calles, era como una canción de cuna de instaba a dormir profundamente.

El periodista despertó preso de un extraño cosquilleo en su pecho, y al ser consciente de la melodia, que traía el viento, decidió salir fuera para comprobar a que se debía.

Anduvo por las calles varios minutos percatandose de que estaban totalmente desiertas, solo el frío de la noche y el viento que cada vez alejaba más la melodía conforme se veía que el sol estaba por salir.

Con los primeros rayos del sol tocando su piel se dio por vencido el periodista de encontrar la causa de la melodía y decepcionado de que su primer día terminara sin ningún avance.







N/A:

Estaré publicando un capítulo por día hasta que llegue el último justo el día de tu cumpleaños Sasu-chan.

9/12

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