El flautista de Hamelín.

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Llegada la medianoche en la ciudad de Hamelín una extraña melodia se adueñaba de las calles, el sonido de una flauta que traía el viento.

No había nadie allí. Todos dormían ignorando aquel suceso único de esa ciudad. Una a una las puertas de cada casa se fueron abriendo mientras por ellas salían niños, pequeñas criaturas de edad inocente que embelesadas por la melodia le seguian hasta lo profundo del bosque, donde el flautista los acogía bajo sus brazos antes de entregarles a la infinita eternidad, dejando en su lugar una muñeca preciosa a semejanza del niño que ya no iba a estar.

Shisui no seguía a los niños, sabía perfectamente que no podría hacer mucho por ellos, no llegado ese momento, tampoco tenía ganas de intervenir solo buscaba respuestas a sus interrogantes antes de irse de allí.

—Padre —llamó con voz apagada al único hombre en la iglesia del pueblo —He venido por respuestas.Usted sabe la verdad de todo.

El mencionado se detuvo por unos instantes para luego continuar su camino hasta el bosque. El periodista le siguió en silencio sabiendo hasta donde le llevaría ese camino.

—Si ya sabes todo porque insistes en venir por respuestas.

—Porque me es demasiado difícil creer, porque necesito que alguien más me compruebe la verdad para no volverme loco.

—Ya veo —susurró el hombre —Hay cosas que como mejor están es perdidas en la oscuridad. Pero si aún así usted desea saber yo le confirmaré la verdad que ansia, pero antes quiero contarle una historia.

Hace quince años en Hamelín justo en este día nació un pequeño niño, ese niño estaba rodeado del amor y cariño de sus padres creciendo con todo lo que un niño necesitaba para ser feliz. Cuando él niño estaba por cumplir seis añitos al pueblo llegaron unos viajeros, dos hombres de dudosa procedencia que vivían de la magia y las ilusiones. El día en que el niño habría de cumplir seis añitos su padre invitó a cenar a dichos hombres a su propia casa. El pequeño niño inocente al fin, se vio deslumbrado por los trucos de magia de aquellos dos hombres, e ingnorante dicha criatura de la maldad con que le contemplaban esos pares de ojos accedió por perdido de sus padres a guiarles hasta el pueblo donde celebraban la festividad.

El niño grito y pataleó asustado en medio del bosque, mientras su inocente ser era mancillado por la lujuria de dos hombres de mal corazón. Nadie acudió en su ayuda, ni su padre, ni sus vecinos, ninguno oyó los gritos de su alma que en esos momentos se hacia pedazos.

El niño regresó a casa con todo tipo de inocencia perdida, sus amorosos padres nunca se preguntaron el porque del cambio de su hijo, ni le escucharon llorar en la noche.

Entonces a sus ocho años esos dos hombres regresaron al pueblo, el niño los contemplaba con miedo, pavor de vivir otra vez esos recuerdos dolorosos. Intento pedir ayuda a su padre, le suplicó a su madre que no permitiera a esos hombres entrar a su casa pero una vez más ninguno le oyó. El niño asustado quiso uir de su hogar donde no se sentía seguro, donde una vez más esos hombres le devoraban con la mirada.

Le sorprendieron en el bosque, solo y aterrado. Esos dos viajeros rasgaron su ropa y resquebrajaron su inocencia. Lloró desconsolado y gritó pidiendo ayuda, rogando por alguien que le salvará, pero nuevamente el pueblo hacía oídos sordos a su corazón pidiendo ayuda.

Nadie es escuchó su voz.

Entonces cuando veía que nadie llegaría una sombra se posó sobre su violador, un chorro de sangre salpicó su rostro y la cabeza de uno de los hombres rodó al suelo, uniéndose luego la del otro hombre. El niño dejó de llorar. Tenía miedo. Moriría esa noche sin remedio. Se hizo bolita a si mismo tratando de esconder su desnudez al extraño. Quizá esa persona le otorgaría un final a su desgraciada vida.

El flautista de HamelinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora