Kien sos | [+18] | {Volkacio} √ ♡ #1

capítulo 18

Paola

Lo primero que pensé al retomar el conocimiento, Estoy viva?. Lo segundo?, Mi bebé. Y lo tercero?, Que me van a hacer?.
Ya luego sintiéndome inútil al no poder ver nada, no poder emitir ningún sonido coherente y estar atada de manos empecé a llorar. Era lo único que me quedaba, llorar.
Llorar por mí, llorar por no saber absolutamente nada de lo que ocurría a mi alrededor.
Todo estaba negro, sentía la habitación fría y lo único que escuchaba eran voces de fondo.

Por un momento sentí que las voces se alejaban, pero por el contrario oí como abrieron la puerta.
Temí por mí y mi bebé al mil por ciento.

Sentí como la persona se acercaba a mí. Eso lo confirmo cuando de un tirón me quita la banda que tapaban mis ojos. Tardo un poco en acostumbrarme a la luz de la habitación y cuando lo hago veo a un chico con la cara tapada mirándome con demasiada curiosidad.

No dice nada, y si espera a que yo emita algún sonido está equivocado. Nos miramos a los ojos, yo con una mirada de horror y el por su parte con una simple mirada fría.

—¿Como te sientes?—pregunta tontamente.

Es que acaso escuché mal, enserio pregunta que cómo me siento?. O no sabía que más decir o lo hizo por joderme más de lo que estoy.

Quise responderle, quise restregarle en la cara todos los insultos que tenía en la punta de la lengua pero me contuve. Me contuve solo por mi bebé y por qué una maldita cinta tapaba mi boca.

—Supongo que tendlás hamble—dice—Te traelé algo pala que no muelas.

Lo sigo con la mirada. Este sale de la habitación y cierra la puerta.

Comer?, Ja, claro que tengo hambre. Tengo un hambre que creo que me lleva quien me trajo, pero admitirlo y comer de lo que sea que me traiga ese sujeto?, mmm no. Quien sabe si está envenenado.

Lo siguiente que hice fue armarme de valor. Me seque las lágrimas a como mis manos atadas me lo permitieron y decidí mantenerme fuerte. Sí, necesito ser fuerte por mí, mi bebé y por Viktor que sin duda alguna se que ha de estar preocupado por nosotros.

Me metí en la cabeza la siguiente frase «Todo va a salir bien, mantén la calma» y así seguí repitiéndola hasta que nuevamente escuché los pasos de una persona acercarse. Me asusté, me puse nerviosa y las lágrimas amenazaron con volver a salir, pero logré no dejarlas escapar.

El mismo chico entró nuevamente por la puerta, con excepción de que ahora cargaba consigo una bandeja y que... curiosamente algo que no había notado en él, es pelirrojo. «Un avance» pensé.

—Ten—dice y deja la bandeja en el suelo—ahola, te quitalé esa cinta de la boca y te desatalé las manos—avisa y procede a ejecutar lo que dijo—solo te dilé, un hotel como un labelinto pala peldelte y más de cuatlo hombles almados ahí afuela, no se te ocula algo estúpido—advierte. Trago saliva—Bien, come.

Este me acerca la bandeja, la miro. En ella se ve riquisimo lo que hay, pero no me atrevo a comer.

—¿Puedes comel de una puta vez?—pregunta fastidiado. Al instante me resigno, por temor agarro los cubiertos y le doy un bocado.

Y así, bajo la atenta mirada del sujeto sigo comiendo-tragando la comida como puedo. Solo espero no morir envenenada...

°
Aclaro que todo esto pasó el día que la secuestraron, unas horas después de estar inconsciente en la habitación del hotel donde la llevaron.

Yun Kalahari en multimedia.
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