El tiempo había pasado, lento o rápido, no lo sabía. Sólo sabía que todos sus días eran repetitivos.
¿Tres o cuatro años?
Desde aquel día en el que su hilo se cortó.
Desde el día en el que perdió a la que hubiera sido su familia.
Vagando por la solitaria ciudad se encontraba el azabache. Tenía hambre, aunque no le importaba.
Nada importaba desde ese día... El día que decidió salvar a su hermano en vez de salvar a Hinata y a su hijo.
Se paró al sentir que arena se había colado por sus desgastadas botas.
Decidió sacárselas y las dejó ahí mientras caminaba.
La arena se sentía bien entre sus dedos, suspiró.
Aún así, a la orilla del mar había una ventisca fresca. Siguió caminando hasta un lugar alejado de las personas que habían ahí.
Se sentó contemplando el mar, no habían olas y se sintió todo en silencio.
La luna llena resplandecía en lo más alto del cielo, iluminando hermosamente.
Su estómago gruñó por comida, aunque no se puso a pensar en eso recordó que no había comido en varios días.
Claro, ¿Cómo lo haría? No tenía un centavo en mano. Lo único que mantenía la poca cordura que le quedaba era una maldita esperanza de volver a ver a Hinata.
Se preguntó cuándo terminaría todo eso ¿Por qué no Hinata lo iba a buscar? Él sólo esperaba que ella llegara para que se fueran juntos, a la muerte, no le importaba dónde.
Sus piernas se sintieron débiles, ya no era el mismo de antes. Su peso había bajado drásticamente por falta de alimentación.
Apoyó sus manos en la arena y cerró los ojos.
Sus ojos picaban y sabía que no podía detener su llanto aunque quisiera, ya lo había intentado.
—No lo hagas...
Sus ojos se abrieron repentinamente. ¿Qué demonios?
Miró a su alrededor pero nadie estaba cerca.
—Estoy loco— Soltó una pequeña risa mientras secaba sus lágrimas.
Y por primera vez en muchísimo tiempo, recordó a su familia... Itachi, Mikoto y Fugaku.
¿Cómo estarán? ¿Itachi habrá vuelto a trabajar? ¿Habrá conocido a ese alguien con quién estaba conectado? ¿Su madre estará tranquila? Ella era muy protectora.
Miró su meñique, ese el que se había apagado hace años. Se iluminó.
Creó un camino, el cual Sasuke siguió con la mirada, conducía al mar y se perdía de vista.
—¿Hinata?
Se paró aunque estaba cansado. Quitó su poncho de encima, sería pesado.
—No lo hagas Sasuke.
Esa voz de nuevo, aunque quiso mirar de dónde provenía su atención fue tomada por el hilo.
Poco a poco comenzaba a caminar, sus pies tocaron el agua. Estaba fría pero no le importó.
Sus ropajes se empaparon una vez comenzó a nadar.
—Detente.
—No te perderé dos veces.
Y así nadó, cada vez se introducía más y más en el mar. Miró hacia atrás pero no vió nada, ni persona, ni luces, ni la orilla, nada.
—¡Hinata!
Su grito resonó pero nadie respondió.
Miró su hilo una vez más. Pero éste no estaba, no había nada atado a su meñique.
Así fue como sus brazos comenzaron a cansarse, sus piernas se sentían demasiado cansadas y poco a poco comenzaba a hundirse.
—No... Hinata tengo que-
Tosió fuerte al tragar agua.
—Tengo que... Encontrarte...
Su vista comenzaba a nublarse. Contuvo tanto aire como pudo antes de hundirse.
Lo único que podía ver era la oscuridad que lo rodeaba, aunque la luz de la luna aún se veía hermosa debajo del agua.
Se preguntó si algún animal lo devoraría, ahora era una presa fácil.
Su ojos comenzaban a cerrarse mientras expulsaba de a poco el aire al no poder contenerlo.
—Sasuke...
Lo último que pudo ver fueron unos cálidos ojos lunas que reconocía perfectamente.

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Koi No Yokan
SonstigesHistoria sin fines de lucro. Uso de los personajes de Masashi Kishimoto para fines de entretenimiento al lector. Pareja Sasuhina