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—¡Devuélvela! —Draco gritó, tirando de su túnica gris plateada que había desenterrado de la nevera. —¡Fue un regalo! ¡Pequeño bastardo asqueroso! Deja. ¡Déjala!

Con un último empujón, Draco logró sacar la túnica del ridículamente fuerte agarre de Moody. Se escuchó un sonido agudo cuando los dientes del hurón rasgaron la delicada seda.

—¡¿Estás bromeando?! —Dijo Draco furioso, examinando el desgarro. —Voy a-

—¡Estoy en casa! —La voz de Harry sonó desde la sala de estar. —¿Draco?

—¡Mira esto! —Draco se enfureció, pisando fuerte en la sala de estar para agitar su túnica rasgada en el rostro sobresaltado de Harry. —¡Mira lo que encontré en la inspección diaria del nido de esa pequeña mierda! ¡Se metió en mi armario esta vez! ¡No toleraré esto, Harry, no lo haré!

—Draco, bebé, yo...

—¡Ayer fue esa camisa lila que me hizo Lovegood, que adoras que me ponga, por cierto! —Draco lo interrumpió, todavía agitando la túnica en ruinas. —¡¿Ves un patrón aquí?! —Hizo una pausa, mostrando los dientes mientras miraba con furia a Harry.

—Yo-

—¡Solo está robando mis cosas! —Draco gritó histéricamente. —¡Él solo quiere arruinar mi ropa! El maldito roedor cree que puede...

—Los hurones no son roedores, —murmuró Harry, rascándose la oreja y examinando sus zapatos. Cuando Draco solo se hinchó más, la rabia creciendo a un nivel peligroso, se apresuró a levantar las manos. —Yo... eh... ¿hablaré con él...?

Absolutamente furioso más allá de las palabras, Draco arrojó la túnica rasgada a un lado violentamente y se alejó, dirigiéndose directo al baño y cerrando la puerta. Mientras se desnudaba y trataba de decidir si debía tomar una ducha caliente de una hora o simplemente darse un baño de burbujas, escuchó a Harry entrar al dormitorio, hablando en voz baja; hubo un crujido familiar de resortes de la cama y algunos chillidos, y un segundo después, Draco se dio cuenta que Harry estaba regañando gentilmente a Moody -en su cama.

—¡Sácalo de la habitación en este mismo instante! —Gritó Draco, seguido de una patada a la puerta. Se oyeron pasos apresurados y luego silencio.

Draco se masajeó el pie y se dio un baño. Decidió que uno o dos ingeniosos maleficios a lo largo de la puerta del dormitorio y alrededor de los armarios que enviaran descargas eléctricas deberían garantizar instantáneamente que la estúpida criatura no volvería a acercarse a sus ropas.

Y definitivamente iba a hacer que Harry durmiera en el sofá esa noche.

Determinado en sus planes, Draco estuvo en la bañera más de una hora, el agua enfriándose gradualmente mientras enfurruñada sobre su túnica arruinada. Ese jodido hurón y su jodido nido lleno de las cosas de Draco. Era todo culpa de Weasley. No, espera, todo era culpa de Harry. Él fue quien aceptó al hurón como regalo sin consultar primero con Draco. Oh, definitivamente dormirá en el sofá al menos por una semana.

Este plan encontró de inmediato una muerte prematura cuando Draco salió del baño. Harry estaba acostado en la cama. Y Harry casi estaba completamente desnudo.

Llevaba su par de bóxers más ajustados y Draco podía ver claramente el prometedor bulto de esa magnífica polla suya, tenía una mano en su cabello desordenándolo aún más, algo que ya era costumbre, y su cuerpo estaba cincelado y bronceado y tenso con músculos, y para colmo, sus ojos verdes eran suaves y suplicantes mientras miraba dócilmente a Draco.

—Encerré a Moody en su jaula, —dijo tímidamente, sentándose y rascándose torpemente su antebrazo sobre el vívido tatuaje color fuego de un fénix. —También puse su comida allí. No saldrá hasta mañana.

El nido del hurón ᵈʳᵃʳʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora