u

6.1K 705 144
                                    

Draco leía en el sofá el nuevo libro de recetas de pociones antiguas que había encontrado en una feria del libro en Wiltshire. Eran casi las nueve y media y estaba empezando a sentir un sueño. Casi completamente sin comida, habían pedido curry de su local hindú favorito y el olor de las cebollas y las especias aún permanecía en la mente de Draco.

Harry estaba en el dormitorio, doblando y clasificando la ropa sucia, y la mente de Draco comenzó a divagar de la poción de fortalecimiento del hígado a formar una lista mental de todas las cosas que tenía que comprar al día siguiente en el supermercado. Dejando que el libro cayera cerrado en su regazo, Draco suspiró y frotó un ojo con el dedo índice, la habitación nadando ante él justo cuando algo azul destelló en su visión.

Parpadeando, miró a su alrededor para ver a Moody pasar con su pequeña franela azul bebé suavemente apretada en su boca. Draco frunció el ceño. Ese jodido hurón. Todavía no podía creer que Harry lavó su manta asquerosa cubierta de pelos junto con el resto de su ropa.

Aún con el ceño fruncido, Draco hojeó el libro de nuevo y encontró la receta que había estado leyendo, observando cuidadosamente las técnicas y cualquier método inaudito que pudiera introducir en sus propias pociones de Mungo. Justo cuando sus ojos se posaron en un párrafo que describía una forma particularmente interesante para extraer los aceites naturales, vio arrastrarse por el suelo una tela blanca de aspecto familiar.

Inclinándose hacia adelante en confusión, Draco vio a Moody saltar torpemente alrededor de la gran tela, tropezando con ella, cuando de repente se dio cuenta que-

—¡ESA ES MI NUEVA CAMISETA DE DISEÑADOR! —Draco aulló, arrojando el libro a un lado y yendo contra Moody, quien al darse cuenta que lo seguían aceleró el paso, alejándose con la camisa firmemente atrapada entre sus pequeños dientes afilados. —¡DEVUÉLVEMELA! ¡DEVUÉLVEMELA! ¡POTTER!

—¡No fue su intención, no fue su intención! —Harry gritó desde adentro, apareciendo un momento después con los bóxers verdes favoritos de Draco colgando de un hombro. Corrió a la sala y buscó el lío antes de correr hacia la cocina donde Draco estaba parado con los dientes descubiertos. —¿Qué? ¿Qué hizo? —preguntó.

—¡Mi nueva camisa blanca! —Draco gruñó, señalando la nevera detrás de la cual Moody había desaparecido. —¡Haz que esa criatura me la devuelva o te juro por Merlín que lo envenenaré si hay una sola rasgadura en ella!

Harry, mordiéndose el labio para ocultar una sonrisa, se apresuró hacia adelante e intentó meter el brazo detrás del refrigerador haciendo pequeños chirridos con la boca para llamar al hurón.

—Moody, —jadeó después de intentarlo en vano durante unos segundos. —Moody, sal.

¡Mi nueva camisa blanca! —Draco gimió, tirando de su cabello con ambas manos. Harry agarró el borde de la nevera y tiró, moviéndola hacia adelante unos centímetros y estiró su cuello para mirar detrás antes de jalar de nuevo y tirar un poco más hacia adelante. —¿Está ahí? ¿Está rasgada? —preguntó Draco, apoyándose detrás de él, respirando en su cuello.

Harry de repente emitió algún tipo de carcajada ahogada que sonó como si lo estuvieran estrangulando.

—Oh, Dios mío, —jadeó.

—¿Qué-? ¡Te juro por Merlín que...! —Gritó Draco. —¡Dime qué le pasó a mi camisa!

Harry se inclinó, los pantalones de su pijama estaban lo suficientemente bajos como para que Draco viera la parte superior de su culo, y de un tirón sacó la camisa blanca de Draco, ahora cubierta de bolillas de polvo y pelos y comida seca de hurón.

—¡Qué mierda! —Gritó Draco, alejándose de sí mismo entre el índice y el pulgar. —¡Odio a esa maldita rata!

Pero Harry estaba inclinado de nuevo, riéndose silenciosamente de algo detrás del refrigerador. Draco podía escuchar el parloteo furioso de ese pequeño y estúpido hurón y un momento después, con otro tirón, Harry se dio la vuelta agarrando un montón de calcetines polvorientos y un chaleco gris.

El nido del hurón ᵈʳᵃʳʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora