Capítulo I.

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El frío invernal de Logan Square azotaba el rostro de Adora que tuvo que moverse de un lado a otro mientras sujetaba su abrigo con fuerza entre que le daba una calada a su cigarro. Miraba con desprecio las decoraciones navideñas de la casa. Lazos rojos, coronas florales, luces parpadeantes...

—Jodidas fiestas... —refunfuñó para sí misma mientras expulsaba todo el humo de sus pulmones.

El cigarrillo estaba medio consumido, pero sabía que era la hora de entrar. Miró hacia abajo y no dudó en apagar el cigarrillo en una de las decoraciones más absurdas que había visto; en el gorro de Santa Claus de plástico. Tiró el cigarro hacia la calzada de mala gana y sacó de su bolso los caramelos de menta para contrarrestar su aliento al tabaco.

— ¡Feliz Navidad! —saludó con falsa ilusión nada más abrir la puerta.

— ¿Eso te pones para la cena de Navidad? —Angella inmediatamente cruzó el pasillo para encontrarse con su hija, señalando su vestimenta con las manos—. ¿Es que no tienes vestidos o qué?

—Estoy bien, mamá. Gracias —agradeció con una falsa sonrisa mientras su madre se reía. Adora quiso voltear los ojos, pero optó por adentrarse mientras se quitaba la chaqueta y Angella la ayudó siguiéndola por detrás—. La casa está... —echó un vistazo rápido hacia su alrededor—, preciosa.

—Bueno —hizo una mueca al recordar quién había en el salón y Adora intentó no volver a poner los ojos en blanco cuando los vio—. Tú tía Marlena se ha traído a Santa Claus del centro comercial y tu sobrino ha hecho caca en el pesebre.

—Solo ha sido una caquita y antes ha quitado al niño Jesús —apareció Glimmer desde la cocina para encontrarse con ambas—. ¡Hola! Feliz Navidad —abrió los brazos hacia Adora.

—Oh, sí... —correspondió con rapidez mientras escuchaba las risas tontas de su tía.

— ¿Un elfo de jengibre? —interrumpió Angella alzando el plato y rompiendo el abrazo.

—Oh, vaya... —Adora cogió por compromiso el dulce mientras lo miraba detenidamente y se dirigía a la cocina ya que Glimmer la empujaba con el brazo. Realmente le fascinó la galleta porque había hecho un trabajo excelente.

—DT dice que no le has llamado —susurró Glimmer abrazando a Adora por sus hombros, pero la rubia los removió un poco incómoda.

—Lo siento, pero no saldré con un payaso profesional. No podría dormir —negó con la cabeza mientras se dirigía a los dulces que era lo que realmente le interesaba a Adora.

—Por Dios, Adora, han pasado seis meses. Es hora de que vuelvas a la cancha —se paró junto a la rubia.

— ¿Cómo pretende en conocer a alguien si se pasa la vida tirada en casa en pijama? —interrumpió Angella a ambas donde Adora no pudo evitarlo y rodó los ojos con ganas.

—Se llama teletrabajo, mamá —se excusó, o más bien lo decía en serio—. A mi jefe le da igual siempre que cumpla objetivos —sentenció mientras tiraba el elfo de jengibre en uno de los platos—. Aunque sí ha pedido que mi madre no haga videollamadas en horas de trabajo.

—No seguirás fumando, ¿verdad? —preguntó Angella cambiando de tema mientras Glimmer se retiraba hacia el salón.

—Erm... No mamá, no. No sigo fumando —mintió mientras cogía unas almendras, un poco nerviosa.

—Hum... —Angella alzó la ceja y se cruzó de brazos.

—Pero el del Uber sí —se excusó mientras apartaba la mirada y masticaba las almendras.

—Ay... —suspiró su madre—. Sé que las fiestas pueden estresar, pero ningún hombre quiere casarse con ninguna fumadora... que miente —y sin más, se retiró dejando a su hija disfrutar de los frutos secos.

Holidate (Adaptación Catradora).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora